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LA INCOHERENCIA DE LOS RELIGIOSOS

Actualizado: 19 jul 2021

Por: Catalina López Lafaurie.

Siempre he creído que Dios necesita más vidas para mostrar y menos bocas que proclamen evangelios sin siquiera entenderlos. Cuando la boca solo vive repitiendo palabras que no son aplicables a la vida, dejan de tener peso, importancia y contundencia.


Hay quienes se definen como ateos y rechazan todo tipo de creencia en un ser superior; los escépticos por su parte, dudan de todo; y están los que vociferan sus creencias, para algunos son religiosos, para otros son los llamados creyentes.


En el camino de la fe hay profundas divisiones en el sistema de creencias. Hay tantas religiones girando en torno a lo mismo que la gente ya no sabe qué creer. El dogma ahora está lleno de un adoctrinamiento hundido en reglas, prejuicios y prohibiciones que colocan en el último lugar el verdadero sentido de la fe.


Colombia, es un país tradicionalmente católico. Sin embargo, parece que el surgimiento del cristianismo, evangelismo de avivamiento y todos sus derivados estuvieran en competencia. No se puede olvidar que en este país con la Constitución Política de 1991 se estableció en su artículo 19 la libertad de culto y seguido a este, la libertad de expresión.


Vi con indignación el episodio ocurrido el fin de semana pasado, en el que Claudia López, alcaldesa mayor de Bogotá fue increpada por un hombre en medio de un acto público que le decía: "en el nombre de Cristo Jesús te reconvengo, estás enseñando cosas irrespetuosas, si te quieres volver homosexual hazlo tú, pero no le enseñes a nuestros hijos", expresó.


Este acontecimiento despertó el repudio de muchos y el apoyo de otros. Pero ya nadie se acuerda de esto, porque en Colombia las noticias tienen tiempo de caducidad mientras llega un nuevo episodio que reemplace el anterior.


La etimología de religión es unir y crear lazos fuertes entre nosotros con Dios, pero lo que ha hecho es crear una turba de fanáticos que proclaman el nombre de Jesús mientras rechazan, juzgan y denigran a otros, en privado y en público. Nada más nocivo cuando se ejerce la religión desde intereses individuales y se combina con la política.


Para algunos, ejercer la fe desde cualquier dogma, tendría que hacernos perfectos y no, SOMOS SERES HUMANOS que a diario fallamos y que lo hagamos de maneras distintas no nos da el derecho de señalar a otros.


No es coherente que vayan a la iglesia, se arrodillen, se den golpes de pecho, conozcan la bondad del amor de Dios y salgan a convertir al que se les atraviese solo por ser gay, como si serlo fuera la peor conducta..


La biblia, es específica en su palabra al decir que creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza para permanecer unidos, sí. No obstante, dice que Dios también nos otorgó el libre albedrío para tomar nuestras propias decisiones y asumir las consecuencias sobre ellas. También, dice que Dios nos conoce desde el vientre de nuestra madre y que su Gracia no hace acepción de personas porque el amor de Jesús sobrepasa todo entendimiento, que amemos a nuestro prójimo sin importar qué; de la condenación y los juzgamientos se encarga ÉL, no nosotros.


Independientemente de la creencia que ejerzas hay que respetar la condición de cada quien. Dios no juega a los dados y de sus manos no se escapa ninguno.


Cuando conoces a Dios, entiendes que su amor no se limita; no coloca a unos por encima de otros, no te ama más a ti por rezar 20 rosarios y deja de amar a otro por hacer una oración al día. Él ama por sobre todas las cosas y si no te ha rechazado a ti ¿por qué tu sí rechazas a otros? Puedes no estar conforme con algo así, pero no uses tu desacuerdo en el nombre de Dios porque estarías yendo en contravía a todo lo que dice la biblia que tanto citas.


La transformación de las personas las hace Dios por medio de la vida espiritual que maneje y de su decisión de convertirse; una religión que intenta cambiar a las personas no es coherente cuando desde el púlpito pregonan que Dios te acepta tal y como eres.


Recuerdo que una vez, mi madre se acercó a un sacerdote al terminar una misa, le comentó que tenía cáncer y tenía miedo, el sacerdote le dijo: “tenga fe”, de inmediato le dio la espalda y continuó con su camino. Ni una oración, ni un abrazo, ni una palabra de aliento. ¿De verdad esto es lo que hace la religión? Qué rabia, qué dolor y tristeza la que sentí cuando ella en medio de lágrimas me lo contó.


Desde ese momento, me despedí de esa iglesia pero no del amor de Dios. Así que procuré hacerla sentir tan amada para que sintiera que aunque un sacerdote le había dado la espalda, Dios no lo había hecho.


No voy a decir ahora que todos los sacerdotes, pastores y otros líderes religiosos hacen lo mismo, porque siempre encontramos a quienes se preocupan por ser la excepción a la regla y hacer diferente la vida de las personas.


En este mundo encontramos seres tan espirituales que nada tienen que ver con la religión, y religiosos de tradición sin vida espiritual activa. Y los que logran esta combinación perfecta, recuerden que son seres humanos que no están cerca de ser perfectos pero que a pesar de sus errores intentan ser mejores. Ese es el ideal al que todos deberíamos llegar.


Acudamos un poco más a la sensatez, nadie puede decirnos cómo vivir la fe pero sí podemos ser más coherentes en lo que creemos. A Dios no solo se lee en un libro, también se vive. Dejemos los rechazos, los juicios, y la condenación infernal al que le toca y eso, en definitiva no es a nosotros. Siempre importa más lo que sale del corazón. Sí está podrido, eso es lo que saldrá de ti. Dejemos de ser el Caifás de nuestra sociedad y seamos el Jesús que tanto nos falta. Siempre recuerda que cuando tu vida habla, las palabras sobran.

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