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EL SILENCIO PAPAL

Por: Pedro Luis González.


Las religiones son como luciérnagas, necesitan la oscuridad para brillar.”

-Arthur Schopenhauer.


Mi casi nonagenario abuelo es un católico consumado, su convicción a la hora de sacar pecho de su devoción es tajante: “soy católico apostólico y romano, la verdadera religión, soy conservador”. Jamás ha dejado de persignarse cuando pasa al frente de cualquier iglesia, cuando su salud se lo permitía no faltaba nunca a un domingo con su cita con el señor y sus santos, ni que decir cuando alguna noticia del papa del momento hacía eco, siempre lo apoyaba: “es el representante de Dios en la tierra”. Que diría mi devoto abuelo si se llegase a enterar de los innumerables e inerranables crímenes cometidos por su iglesia a lo largo de la historia, de toda la inmundicia, horror, infamia, sangre y dolor que hay detrás de sus más de 1.700 años de prontuario, diecisiete siglos de la impunidad más sórdida y descarada, necesitaríamos kilómetros de papel y océanos de tinta para registrar un compendio de toda esa siniestra historia, pero hoy nos ocuparemos de un caso en específico, hablaremos de Eugenio María Giuseppe Giovanni Pacelli, Pio XII. El papa de Hitler.


2 de Marzo de 1939, 5:30 p.m. el cardenal se acerca al balcón, después de un solo día de deliberación, los guiados por nuestro señor eligieron al nuevo Papa “habemus papam” se escuchó por todos los recónditos de Roma, y los vítores no se hicieron esperar, era el hombre que traería la paz al mundo y apaciguaría los vientos de guerra. Pio XII, será recordado por lo que dijo e hizo, pero lo será más por lo que no hizo y no dijo. Hijo de una familia aristocrática que había prestado servicios jurídicos al vaticano por varias generaciones, tuvo un ascenso meteórico hasta ocupar la silla de San Pedro desde donde mantuvo un silencio que fue escuchado por los ángeles en los cielos más recónditos.


La relación de Pacelli con Alemania fue más que amorosa, la mayoría de sus acompañantes eran de ese país, era un germanófilo de cabo a rabo, amaba a esa nación desde que empezó su carrera como sacerdote en las dos primeras décadas del siglo pasado. Estaba enamorado de Alemania, debido a ello y que más de 22 millones de teutones eran católicos y una cuarta parte del ejército alemán profesaba esa religión, aunado a ello eran anticomunistas, algo que el papa aplaudía eufóricamente. Cuando los nazis invaden Polonia lo hacen asesinando y masacrando curas y monjas, eran conscientes del poder de la religión , no debían dejar cabos sueltos, a la santa sede llegaron los informes cuya única respuesta fue la nada absoluta, Pacelli no dijo nada (veremos esta actitud reiteradamente en lo sucesivo del artículo), ese silencio se trasladó a las emisoras bajo el mando vaticano para que estas manejaran un moderadísimo discurso sobre lo que sucedía en las calles de Europa donde la parca reinaba y cobraba almas por miles. Fue el gueto de Varsovia la más cruenta muestra de lo que el ser humano es capaz de hacerse a sí mismo, cadáveres ambulantes, cuerpos famélicos, zombis esperando su temido destino adornaban las calles, puentes y plazas, y así se le fue retratado a la santa sede mediante sendos informes que nunca tuvieron una respuesta, no hubo una sola sílaba a favor de esas vidas, él no dijo nada. Cuando el periodista Eduardo Senatro del diario de la santa sede L´Osservatore Romano, le sugirió al Papa hacer una dura crítica a los crímenes cometidos por las S.S, el hijo de Dios respondió “ No olvide querido amigo que hay millones de católicos en el ejército alemán, ¿quiere causarles una crisis de existencia?”


En Eslovaquia la cosa no fue diferente, el sacerdote Jozef Tiso era el presidente, un pronazi públicamente reconocido, así lo constatan sus reuniones con Hitler, el mandatario eslovaco usaba los diarios de su nación para hacerle proselitismo a la ideología nazi vinculando al vaticano y a su regente, el cual, otra vez mantuvo silencio, sabiéndolo todo. 70.000 mil judíos fueron deportados a los campos de Majdanek y Auschwitz, Durante 1942 fueron deportados hacia el Este 58.000 judíos eslovacos, todos fueron asesinados.


Lo de Roma fue espeluznante. El fatídico sábado negro, las S.S entraron al gueto de la ciudad de las siete colinas, arrasando con todo y deportando a más de mil hebreos, solo 15 sobrevivieron, todo esto pasó ante las ventanas del santo padre, cuando él se disponía a dormir, mientras arrecostada su blanca cabellera sobre su almohada de seda, niños, mujeres y ancianos eras transportados por tren para ser gaseados inmisericordemente, a Pacelli eso no le trastornó el sueño, tal vez, estaba reunido con el señor mientras este le perdonaba sus pecados.


Hungría fue la cúspide del horror, 1.765.000 judíos fueron deportados para posteriormente ser exterminados, mucho antes de que todas esas desgraciadas almas fuesen abono para la tierra, el vicario de Cristo ya había recibido decenas de informes que alertaban de las intenciones nazis para con esa multitud condenada, una vez más el pequeño elegido por la providencia mantuvo silencio criminal, no le bastaron las advertencias de diplomáticos franceses, británicos y estadounidenses. Lo único que al parecer le trastocaba la conciencia al sumo pontífice era que no le bombardearan las iglesias romanas. El diplomático británico Francis D´Arsy Osborne, le hizo saber al secretario de estado de la santa sede que, en vez de estar preocupados por un bombardeo a estructuras, debieran de actuar frente a los crímenes nazis contra la población judía, la respuesta del funcionario fue brutal “El santo padre no puede condenar atrocidades particulares”.


Eugenio Pacelli será recordado por muchos como un cobarde oportunista, un antisemita que señalaba a los judíos de haber crucificado a Jesús, de no aceptar a Dios en sus bocas. ¿Por qué no excomulgó a los criminales? Es más, ni siquiera los amenazó con esa sentencia perturbadora para todo católico. En 1933 firmó un tratado con Alemania donde hacia un pacto infernal: Hitler no atacaba y respetaba a la iglesia y esta se comprometía a no intervenir en política, es decir, a no pronunciarse en nada en cuanto a lo relacionado al exterminio masivo, tiempo después elogió a Franco, felicitándolo por su victoria ante el comunismo, cuando de condenar al comunismo se trataba el diminuto elegido no escatimaba en señalar a los rojos como hijos de satanás.


En el 2009 Benedicto XVI comenzó el proceso de beatificación de Pio XII, proceso que está en espera actualmente ¿sabría Benedicto el prontuario de su predecesor? Pero la cereza del pastel llegó cuando la ex mandataria de Israel Golda Mier cubrió de halagos al vaticano señalándolo de haber salvado miles de vidas, los expertos señalan esto como una movida política, toda vez que, la mandataria buscaba la aprobación de la santa sede para reconocer al naciente Estado israelí. La política antes que la vida.


En 1958 la vida de Pacelli da su último respiro y pide ser sepultado en el rincón más alejado del cementerio destinado a todos los herederos de Pedro, alejado de todos sus predecesores, tal vez el remordimiento lo acompañó cada minuto de su vida, es posible que en algún sentimiento de empatía se haya encontrado en ese oscuro corazón, un ser polémico que le tocó vivir en tiempos difíciles, pero que prefirió el silencio antes que la acción, el mutismo antes que la protesta, la política antes que la vida, antes que el regalo más preciado dado por el Dios que habita en esas paredes que tanto han escuchado y que nunca se sabrá.


Bonus track: Cuando los aliados recuperaron Roma y libraron a sus ciudadanos del yugo alemán, el sumo pontífice solo tuvo una sugerencia a las tropas liberadoras: no quería que militares negros custodiaran las puertas de la santa sede.


Ten piedad de mi señor, en tu inmensa misericordia, el conocimiento de las deficiencias, fallos y pecados cometidos en un papado tan largo y en una época tan convulsa, deja clara mi ineficiencia y mi indignidad, pido perdón humildemente a todos los que he ofendido, dañado o escandalizado.”

Pio XII.



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