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CARRETERAS, TINTOS, VIOLENCIA Y BALAS

Por: Edimer Leonardo Latorre-Iglesias. Postdoctor en Epistemology. Postdoctor en Educación, ciencias sociales e interculturalidad. Doctor en Sociología Jurídica e Instituciones Políticas.


El tinto lo hago de madrugada, muy temprano, salgo a las tres de la mañana, camino hasta el peaje. Ya me conocen. Me respetan, uno en esta carretera debe hacerse respetar, hay unos camioneros que se propasan, pero yo siempre les digo que vendo tinto sin panocha. No me importa, se ríen, el tinto me ayuda en todo. Mi mamá decía que todo negocio con agua rinde. Y es verdad. Con esto mantengo a mis hijos y a mi marido que casi no puede moverse. Nosotros vivíamos en Petare cuando llegaron las Faes y el Conace a buscar a Wileixes. Yo sembraba café en San Agustín al sur de Petare, ahora lo vendo. Un tiro le cayó directo en la cabeza, él me hablaba, pero yo no le entendía, me toco sacarlo esa noche. Quedó como muerto en vida, pero poco a poco ha ido recuperándose. Hoy caminó y me ayudó, me agarró la mano y me dijo solo gracias. Sentí tanto dolor. Esas gracias son las de los camioneros, lejanas, pero bueno ahí están, en el camino.


Él me puso el revólver en la cabeza, me llevó a la parte de atrás de los baños del peaje, me dijo pórtate bien, sé buen chico. Me violó, me desgarro todo. Yo ya sentía cosas por los hombres, pero la marica de William me decía que me faltaba el impulso. Tal vez Dios lo quiso así. El tinto se vende bien, pero todos quieren otra cosa. El que me violó, les dijo a todos que yo era prepago y que movía bien el culo. Ahora me compran el tinto, pero siempre están insinuando vainas, yo no soy puta, pero ajá, no lo puedo dar gratis. Y bueno, mi mamá me pegó cuando lo supo. Me dijo que yo era la loca empolvada del pueblo. Pero cuando empecé a llevarle la plata, cambió, ahora me ayuda a maquillarme y me dice que me cuide, que use condones, por que no me quiere ver con sida, pero bueno, tú sabes como dice la canción, el primero es el primero, los demás ya los olvidé. Lo que más me duele es el sol del medio día. Me pica la espalda, me quema, el calor de la carretera y el sudor de los manes, a veces no me los puedo sacar de encima.


Llego del colegio, hago el almuerzo y salgo corriendo para poder alcanzar las cuatro de la tarde. Ya el sol va bajando y no quema tanto, todos me dicen que soy muy niña para la carretera, pero qué más puedo hacer. Con esto pago la pieza, son diez mil barras al día. Mi mamá llega por las mañanas, siempre borracha, pero si no encuentra el desayuno mejor ni te digo chamo. Ahorro quinini, con eso quiero comprarme una Barbie, una se desea, pero mis amigas me dicen que soy muy estúpida. ¿Que quiero en la vida? Pues estudiar, ser como la Barbie, ser alguien. Lo que más me gusta de esto que hago es la cara de mis hermanos, cuando llego, me siento su mamá. Aunque a veces se portan mal, verlos comiendo me da mucho amor, me siento importante cuando me están esperando en la puerta. Chamo, verlos así, es más lindo que un atardecer.


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