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BIENVENIDO CARLOS III

SU MAJESTAD CHARLES PHILIP ARTHUR GEORGE


Por: José Eduardo Barreneche Ávila. Magister Queen Mary, University of London. LLM


Hace un tiempo escribí un artículo sobre la Reina Isabel II. Me fluyó fácilmente porque Inglaterra me adoptó por tres años, y en ese feliz devenir, recibí enseñanzas únicas e invaluables.


Allí aprendí que la realeza existe y aporta innumerables beneficios al mundo, Inglaterra, Gran Bretaña y a la Mancomunidad de Naciones, también llamada “Commonwealth”.


Que en Inglaterra existe una monarquía constitucional, en donde efectivamente si hay equilibrio de poderes razón por la cual se repite una frase célebre, “El Rey reina pero no gobierna”: (The King reigns but does not rule).


La historia de coronaciones y ritos tienen más de 1000 años de historia. La corona que utilizó lleva el nombre de San Eduardo del siglo XVII. De igual forma vimos diamantes, rubies, esmeraldas y el purpura como color principal.


Por todas esas razones quisiera resaltar el 6 de mayo cuando se coronó e iniciaron todos los protocolos para asumir el Trono, se vio el reflejo de un legado cultural de la realeza que él representa, unido a la identidad, orgullo y nacionalismo, lo que ha generado lazos inquebrantables de unión de nación, que son ejemplo para el mundo.




Londres arde de emoción, y el mundo se fascinó con los preparativos. Hace pocas horas se inició lo que muchos veían como poco posible, pero que Carlos III supo asumir con una entereza única, y con una firme posición en lo que respecta a las líneas sucesorales.


Vivamos este momento como un acto de señorío del mundo entero, donde los seres humanos debemos conservar tradiciones que suman, que permiten unir pueblos y razas en torno a los valores democráticos, y monarquías que permiten el cumplimiento de los derechos y libertades de los ciudadanos, como es la de Inglaterra.


Por último, conozcamos o entonen si prefieren el himno “God Save the King”, “Dios salve al Rey”, de autoría del poeta y dramaturgo, Henry Karey. Versión en español.


Este escrito nos permitirá entender los buenos deseos de un pueblo que quiere a su Rey, y le pide a Dios su protección.


¡Dios salve a nuestro gracioso Rey, larga vida a nuestro noble Rey, Dios salve al Rey! Dale la victoria, la felicidad y la gloria, que reine sobre nosotros por mucho tiempo; ¡Dios salve al Rey!

Oh Señor, Dios nuestro, levántate, dispersa a sus enemigos y hazlos caer; confunde sus intrigas, frustra sus maniobras deshonestas, en ti están puestas nuestras esperanzas,¡ oh, sálvanos a todos!

Los dones más preciados que guardes, disponte a derramarlos sobre él; que reine por mucho tiempo; que defienda nuestras leyes y nos dé siempre la oportunidad de cantar con el corazón y la voz, ¡Dios salve al Rey!


¡Larga vida para el Rey¡


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