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LA JUSTICIA

Actualizado: 3 ago 2021

Por: Rafael Porto C.


“La justicia es la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo que es suyo”.

Ulpiano. Jurisconsulto romano.


En nuestra columna anterior titulada ¿caerá Goliat? analizamos en términos generales la situación del expresidente Álvaro Uribe Vélez. El interrogante dio origen a otro no menos importante; ¿quién es David?, preguntaban con insistencia varios amigos cercanos a Columna 7. Atendiendo el interés de nuestros lectores decidí responderles: “David es la justicia. ¡Claro, la justicia!”, –exclamó uno de ellos–.


Desde que tenemos uso de razón todos hemos escuchado hablar de la palabra justicia, de lo justo y de lo injusto, pero realmente sabemos ¿que significa o que representa la justicia? A la eterna pregunta de la humanidad: ¿qué es la justicia? se suma otra que ciertamente nos desvela: ¿existe la justicia?


Intentar resolver ambos interrogantes en un espacio de opinión es una utopía. Los grandes juristas de la historia del derecho han ocupado gran parte de sus vidas buscando una respuesta o por lo menos una aproximación. Nosotros no pretendemos hallarla. Básicamente brindaremos algunas nociones que nos orienten a comprender el valor justicia.


Nociones


Según el Dr. Rodrigo Noguera Laborde “la justicia se ha entendido a través de la historia de la humanidad como una cierta igualdad, proporcionalidad o armonía en las relaciones interpersonales, la cual es generadora de paz y bienestar en la sociedad”.


La Real Academia Española la define como: “ principio moral que lleva a dar a cada uno lo que le corresponde o pertenece”. Según esta definición el término justicia también posee una importancia desde el punto de vista moral, pues para los griegos es la mayor de todas las virtudes del hombre. Sócrates, Platón y Aristóteles la entendían como la virtud total. Cicerón se refirió a ella como “el hábito del alma, observando en el interés común, que da a cada cual su dignidad”. Santo Tomás de Aquino la definió como “el hábito según el cual con constante y perpetua voluntad se da a cada cual su derecho”. En definitiva, la justicia podría entenderse como ese ánimo y compromiso eterno del espíritu del hombre de entregarle a cada quien lo que merece.


Justicia y derecho


En sentido práctico objetivo, la justicia es la directriz de normas y conductas. También el término se utiliza para significar el acto o decisión conforme con una regla o un criterio. Se trata entonces de la justicia impartida por los jueces, esto es, la justicia judicial. La justicia conmutativa es la que regula las relaciones de persona a persona, o de grupos de personas entre sí. La justicia distributiva se refiere a las relaciones del todo social con sus miembros, especialmente del Estado con los ciudadanos. Finalmente, está la justicia general, llamada también legal o social, que observa el bien común de la sociedad, y es la que define lo que cada individuo debe aportar para conseguir el bien común.


Ciertamente amante del derecho soy pero lo soy más de la justicia, sin embargo justicia y derecho no pueden ser conceptos escindibles, no son una rueda suelta, por el contario, hacen parte de un mismo cuerpo como piezas de ingeniería.


Comprendemos que el derecho –el buen derecho, el derecho justo-, posee la capacidad de perfeccionar el espíritu del hombre. El derecho bien podría ser ese instrumento para lograr la convivencia pacífica y armónica entre los hombres que tiene como fin alcanzar la justicia. El derecho es un ser vivo que se transforma según las necesidades de los pueblos que busca incansablemente la felicidad humana.


El derecho persigue la justicia y otros valores como la libertad, el bien común, la igualdad, la paz; propende por la seguridad jurídica y la convivencia civil pacífica. La idea de justicia orienta la producción y aplicación del derecho. No debe confundirse derecho con justicia, el derecho es el medio necesario para alcanzar el fin justicia.


La justicia


La justicia tiene dos ámbitos; el individual y el colectivo, el primero se refiere a una virtud de la persona en sus acciones justas frente a sus semejantes y el segundo se refiere a las instituciones, normas sociales y al Estado que ha creado unas normas en las cuales se establece lo que se debe y no se debe hacer.


En los Estados como Colombia donde existe una Constitución, se considera a cada persona como libre e igual, así que cada uno posee –en teoría– iguales derechos fundamentales e iguales libertades. Por ejemplo, en el castigo de un delito cada persona sin tener en cuenta su fortuna o posición social deberá ser judicializado conforme a la ley preexistente sin tener ninguna ventaja frente a otro.


En ese orden de ideas, si la justicia es la mayor de todas las virtudes que inspira, orienta y dirige el ejercicio del derecho, en tanto que el operador del derecho no podría resolver ningún caso sin tener en su espíritu una idea de justicia, entonces, nuevamente nos interrogamos: ¿qué es la justicia? Para brindar luces nos cobijamos bajo la sombra del jurista y filósofo austríaco Hans Kelsen cuando en su obra ¿qué es la justicia? sentenció: “en realidad, yo no sé si puedo decir que es la justicia, la justicia absoluta, este hermoso sueño de la humanidad. Debo conformarme con la justicia relativa… (…) para mí la justicia es aquella bajo cuya protección puede florecer la ciencia y, con la ciencia, la verdad y la sinceridad. Es la justicia de la libertad, la justicia de la paz, la justicia de la democracia, la justicia de la tolerancia”.


La idea de justicia pretende acercarse a la verdad, mas el hombre que la aplica es profundamente imperfecto. El juez que administra justicia, como cualquier ser humano comete errores y algunos en perjuicio de la verdad tuercen la pluma de la justicia. El juez que inclina su pluma en contra de la justicia se convierte en asesino del derecho y es comparable con el médico que envenena al enfermo.


Ahora bien, a propósito del interrogante de nuestros lectores sobre ¿quién es David?, el cual fue resuelto en líneas precedentes, ¿será que éste David (la justicia colombiana) podrá derrotar a Goliat (Uribe)? El problema que observamos es que la justicia –para el caso objeto de estudio–, está encarnada en una institución concreta (Corte Suprema de Justicia), conformada por hombres con debilidades, virtudes y defectos. ¿Podrá ésta institución que representa la justicia, derribar en franca lid a Goliat? ¿Será capaz de soportar las presiones, los ataques y las amenazas de quienes están a favor del expresidente?


El pasado viernes 14 de agosto el expresidente, –que como cualquier ciudadano está en el deber de respetar las instituciones–, trinó en su cuenta de Twitter: “Gracias a Dios superé coronavirus, gracias estimados médicos, gracias Sura, espero superar rezago de debilidad física. Gran virus de magistrados Barceló y Reyes, juventud Farc, combatiéndolo con antibiótico de la verdad. En aras de la libertad de Colombia hasta la cárcel”.


Estas manifestaciones, sumadas a las propuestas del partido de gobierno y los agitados debates de los seguidores del expresidente en redes sociales alimentan un ambiente cada día más polarizado. ¿Podrá la Corte Suprema de Justicia mantener su independencia y fallar en derecho con base en el material probatorio recolectado?


Finalmente, la justicia engrandece la patria, la injusticia entristece a los pueblos y la justicia que pretende resolver los problemas de los ciudadanos por lo general es lenta, normalmente llega tarde, pues “nada se parece tanto a la injusticia como la justicia tardía”, reza la frase del filósofo romano Lucio Anneo Séneca.


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