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EL CONCEPTO DE JUSTICIA EN EL QUIJOTE

Por: Rafael Porto C. Abogado y Periodista.



Este fin de semana tuve la oportunidad de cursar mi segundo módulo de Maestría en Derecho en la Universidad Sergio Arboleda (seccional Santa Marta), mi alma mater, por tanto, jugué de local. Nos visitó desde España el Doctor en Derecho Jorge Jiménez Leube, el cual impartió interesantes enseñanzas sobre el conocimiento de lo jurídico y como es natural, en estos temas de sumo interés para los abogados no podía faltar el tema de la justicia, lo cual me hizo recordar y reflexionar en un capítulo de la monumental obra de Don Miguel de Cervantes Saavedra.


En primer lugar, para comprender el significado de la justicia, y entender al Ingenioso Hidalgo Don Quijote De La Mancha, es preciso recordar cómo el hombre ha definido la justicia. La justicia ha sido entendida como una cierta igualdad, proporcionalidad o armonía en las relaciones interpersonales, la cual es generadora de paz y bienestar en la sociedad.


La justicia es una virtud, y Sócrates, Platón y Aristóteles la entendieron como la virtud total, en otras palabras, como la más grande de todas las virtudes. Cicerón se refirió a ella como “el hábito del alma, observando en el interés común, que da a cada cual su dignidad”. Ulpiano, la consideró como “la constante y perpetua voluntad de dar a cada uno lo que es suyo”, y Santo Tomás de Aquino, como “el hábito según el cual con constante y perpetua voluntad se da a cada cual su derecho”.


En el capítulo XXII del Quijote se narra uno de los episodios más acertados y famosos de la obra. Don Quijote, interpretando y apoderándose de uno de los fines de la caballería medieval –dar libertad al forzado o esclavizado–, liberta a los galeotes, aunque ello suponga el olvido de los principios de justicia y de castigo de los malhechores, que constituían unas de las misiones del caballero; pero en el Quijote puede más la caridad que el rigor; como queriéndose oponer a la tiranía.


En este capítulo, con intención del autor, hay un desquiciamiento o malinterpretación del concepto de justicia, pues Don Quijote no defiende justas causas, sino las más injustas que puedan darse, como lo es el darles libertad a personas socialmente peligrosas. Una prueba fehaciente de ello está en que los galeotes se muestran ingratos con el caballero hidalgo y su fiel escudero Sancho, golpeándolos hasta más no poder. Para algunos, esta valerosa acción de Don Quijote constituye una verdadera y auténtica “quijotada”.


Luego de analizar uno a uno los delitos, se podría llegar a una conclusión evidente; ninguno de ellos ha sido condenado por un crimen de sangre, ni tampoco por delitos políticos, cuyo grave castigo sería comprensible en el marco de una monarquía autoritaria. En todos los casos, son delitos de poca relevancia, en los que aparentemente no hubo violencia, y algunos de ellos podrían sin esfuerzo calificarse como delitos menores, incluso para la mentalidad de la época como ocurre con el primer galeote, castigado por el hurto de una canasta de ropa blanca, nada menos que con cien latigazos y tres años de galeras; no habiendo concordancia entre los hechos y el castigo, es decir entre el delito y la pena; pues, como es sabido, las penas deben ser proporcionales al delito cometido.


En resumen, lo que se observa en este primer pasaje del episodio es que los galeotes, condenados a duras penas que oscilan entre los tres y los diez años de galeras, lo son por delitos de muy escasa importancia.


Cabe anotar que el interrogatorio deja al descubierto un par de ideas relevantes; la de que la confesión de los galeotes se ha obtenido mediante la aplicación del tormento, lo cual constituye un procedimiento legal y habitual en aquella época, pues es preciso recordar que existía un alto nivel de corrupción en la Administración de Justicia. ¡Vaya coincidencia, esto todavía no ha cambiado!


Por otra parte, Don Quijote considera que las condenas a los galeotes podrían ser injustas –y llama la atención sobre el hecho de que emplee el modo condicional–; “podría ser que el poco ánimo que aquel tuvo en el tormento, la falta de dineros de éste, el poco favor del otro y, finalmente, el torcido juicio del juez, hubiese sido causa de vuestra perdición, y de no haber salido con la justicia que de vuestra parte teníades”.


Eso es todo; un juicio razonable, de una exquisita prudencia, que ni siquiera se adentra en el fondo del asunto en términos jurídicos, puede decirse que Don Quijote absuelve, por su cuenta, a los galeotes, por razones estrictamente procesales.


Finalmente, el caballero de la triste figura considera que la justicia en este episodio es exagerada, donde existe abuso judicial por parte de la corona y decide por su cuenta hacer verdadera justicia.

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