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BRÚJULA GEO-ESTRATÉGICA

Por: Ariel Quiroga Vides. Abogado.


Al estudiar la historia europea, que no es homogénea pues en sus naciones hay muchas diferencias culturales, encontramos similitudes que como una fuerza invisible pero sumamente poderosa une sus destinos, y los ha llevado al lugar de primer orden con el que hoy cuentan.


Ahora bien, a pesar de las nuevas corrientes sociológicas, la matriz de valores europeos es eminentemente judeocristiana, es una esencia que moviliza sus ambiciones, temores y resquemores ético-morales. En asuntos de la moral y la religión han sido impulsados por Aristóteles y Platón, por Santo Tomás y San Agustín, por Fray Bartolomé De las Casas, Juan Ginés de Sepúlveda, Tomás Moro, Lutero, Calvino y San Ignacio de Loyola y su gran movimiento jesuita. Estas gentes lograron permear innumerables cortes, crear idearios colectivos, formar motores y principios de conductas que exportaron a otras latitudes.


En economía, los europeos fueron guiados desde la ilustración por Thomas Hobbes, John Locke, Adam Smith, David Ricardo, John Maynard Keynes, Friedrich August Von Haye y aunque estadounidense por Milton Friedman, y esas ideas han marcado el debate global desde hace varios siglos.


En asuntos jurídicos, es irrebatible que el oscurantismo del derecho inició su fin desde que Cesare Beccaria de forma clandestina en la Accademia dei Pugni (Academia de los puños) reflexionó en contra de la brutalidad e indignidad de la aplicación del derecho penal en Italia principalmente, y dio paso a una revolución del pensamiento dogmático europeo virando a uno de tintes libertarios. En definitiva, podría llenar de nombres estas páginas.


Latinoamérica como región es un huérfano al que con espadas le arrancaron su paternidad (ideas de las civilizaciones amerindias) y le tocó crecer sin asimilar su identidad y sus intereses, no fue sino, hasta la aplicación de las infames reformas borbónicas en la América española, que se sembró la semilla de las identidades nacionales por la resistencia que los diferentes grupos sociales americanos presentaron ante tal expoliación y explotación económica. Y claro, se tuvo el ejemplo de las trece colonias británicas que lograron su independencia en el norte.


Sin embargo, uno fue el destino de los Estados Unidos y otro el de Latinoamérica, uno es un país poderoso, aunque no necesariamente ejemplar, y otra, es una región empobrecida, ignorante y un peón de la geopolítica mundial. Allá, tal parece que las élites alinearon sus intereses económicos con la fortaleza de una nación y un ejército que protegiera tales intereses, acá, nuestras élites separaron su suerte del resto de los mortales, y usaron a poderes extranjeros para poder resguardar sus inversiones en contra de su propio pueblo.


Pero una remontada de Latinoamérica como región en el tablero mundial, creo que debe estar precedida por la escogencia de nuestras propias ideas morales, económicas, de seguridad nacional y regional, que en un momento trasciendan de las líneas de reivindicación, a las líneas de consolidación de nuevas potencias que negocian de igual a igual en el gran banquete global.


Si bien nuestra matriz de valores es eminentemente cristiana al estilo europeo, ya sea de la línea católica o protestante, creo que la moral latinoamericana (si hay algo que se pueda llamar así) debe alcanzar su autonomía, pero ligada a los intereses de la región, eso es un motor que validará e impulsará la fuerza de voluntades en estas latitudes, no es suficiente que las clases medias acomodadas y jóvenes, nos vistamos con trapos de algodón holgados, nos llenemos de manillas y cantemos a la pacha mama, como en un rito de alguna corriente de hipismo indigenista, eso solo genera reacciones en Facebook, pero en nada contribuye al crecimiento material de nuestras gentes.


En asuntos de economía, necesitamos que nuestros pensadores comprendan la urgencia de deslindarnos de la batalla capitalismo-comunismo, pues esas contradicciones resultan ficticias a la hora de gobernar, ya que en la práctica una nación crece con medidas de libre mercado y otras de proteccionismo cuando convengan, también con políticas que garanticen las libertades individuales y la garantía a la propiedad privada, pero en otro momentos con orientaciones de colectivización de la propiedad cuando sean necesarias, como, la que se lleva actualmente con la compra masiva de tierras para cultivar y garantizar nuestra soberanía alimentaria.


En temas sociológicos, es importante adoptar algunas líneas decoloniales o de deconstrucción para poder encontrar nuestras identidades y con la suma de todas ellas fortalecer una identidad regional, pero siempre en concordancia con los intereses geoestratégicos que nos conciernen, porque de nada sirve convertirnos en una sociedad que no se garantice a sí misma la dignificación de sus condiciones de vida y se la pase eternamente reivindicando un victimismo histórico. En esto es importante, leer a Boaventura de Sousa Santos y a Enrique Dussel, además de revisar, solo para efectos de comprender nuestros problemas, la teología y filosofía de la liberación, una creación eminentemente latinoamericana, pero con bases jesuitas.


Latinoamérica expulsó al dominador extranjero, pero sus contradicciones domésticas le han impedido la grandeza, en algunos casos por la mezquindad de las élites económicas, en otras, cuando llegan al poder las izquierdas, por la miopía política, o también porque se comportan igual o peor que aves de rapiña con los recursos públicos.


En últimas, Latinoamérica alcanzó su independencia, pero aun nada que alcanza la libertad, será, que no la merecemos…

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