Columna 7
VOTEMOS CON AMOR
Por: Eduardo José Henríquez Noguera.
Quienes de verdad me conocen saben que no ando echando discursos políticos y que más que un hombre de partidos o de líderes soy un hombre de ideas, los hombres se equivocan, se corrompen y fracasan, las ideas -por el contrario, no- ellas permanecen sin mácula por los siglos de los siglos y tienen, ellas sí, el poder de unir a la humanidad.
Desde ya quiero advertir que este escrito no tiene tinte político, no persigo influenciar el voto de nadie, me parece que cada quien es lo suficientemente inteligente como para sacar sus propias conclusiones y elegir -dentro de los candidatos opcionados- a quien consideren presenta el mejor programa de gobierno y quien los hace sentir representados… el ejercicio democrático es eso …elegir quien va a representarnos; y, en teoría, no votamos por personas sino por programas de gobierno… a quienes me leen ¿ya se leyeron el programa de gobierno de su candidato?
Por estos días no hay conversación en la que no se toque el tema de las elecciones presidenciales, en el carro, en el bus, en la mesa, en el trabajo… para estos días TODO es política, y no es para menos, estamos a punto de elegir a la máxima dignidad del Estado, a la persona encargada de administrar la Nación y de manejar los asuntos de alto gobierno por los próximos 4 años.
Lastimosamente el debate -caldeado por lo demás- ha girado entorno al miedo y al odio, cual de los dos sea peor consejero. Los unos temen que un candidato les expropie y acabe con el país, los otros, votan por un cambio, sienten, que en este país nada marcha bien y que se necesita, de una vez y por todas, un revolcón que enderece las cosas.
Lo primero que quiero decirles, es que la corrupción no distingue colores, gentilicios, ni idearios políticos, los corruptos no están de un lado y los inmaculados del otro, eso es paja. Los bandidos, que los hay por montones, no son hombres de ideas, son lagartos dispuestos a fingir lo que sea por quedarse con los dineros públicos. Con los populistas pasa lo mismo, los hay de derecha, de izquierda y hasta de centro, no se equivoquen, la corrupción y el populismo no son un problema político, sino ético.
Lo segundo, a quienes claman a grito herido un cambio, OJO, un cambio no necesariamente es para mejorar, siempre bajo cualquier circunstancia de la vida se podrá cambiar para bien o para mal, así que, al votar, piensen muy seriamente ¿Qué cambio estoy persiguiendo? Y lo más importante ¿Qué es lo que hay que cambiar? Yo no me creo ese cuento de que todo anda mal y que tenemos-prácticamente- que cambiar al país y hacerlo de nuevo. Colombia con todo y sus errores es un Estado que funciona, cuyas instituciones son sólidas y que poco a poco ha venido consolidándose como una de las economías mas estables de la región, si no me creen vean los indicadores económicos.
No estoy diciendo que en este país conseguimos traer el cielo a la tierra, no. Es mucho lo que se tiene que hacer todavía, sin embargo, no hay que desconocer lo bueno, lo que anda bien, trabajemos sobre lo trabajado, no se crean el discurso creacionista de los políticos de empezar de “cero”, tal cosa no existe. Rescatemos lo que se deba rescatar.
Lo tercero, no voten emberracados ni con miedo ni con odio, piensen, reflexionen ¿Qué le conviene al país? Esa es la única pregunta que importa. No se crean los cantos de sirena, ni las promesas de personero de colegio en campaña, no les van a poner un Disney en cada cuadra, ni les van a solucionar la vida. Como seres inteligentes y de sociedad que somos, piensen ¿Cómo podemos hacer crecer al país? Yo no les tengo la respuesta, pero si les digo, regalando plata no lo vamos a hacer. Solo a través de la generación de empresa podremos mejorar la calidad de vida de la gente, la pregunta es ¿Quién me respeta la propiedad privada? ¿Quién me asegura la generación de empresa? Donde está la respuesta… ahí debe ir el voto.
Lo cuarto, Colombia no es un presidente, Colombia somos todos y la responsabilidad de sacarla adelante no es de uno, es de cuarenta y siete millones… antes de predicar discursos anticorrupción y de achacar toda la responsabilidad a los políticos y a las instituciones, pregúntense ¿son el mejor profesional que pueden ser? ¿pagan los servicios públicos? ¿respetan las normas de tránsito? ¿votan a consciencia? ¿son amables con sus conciudadanos? ¿Son, en general, buenos ciudadanos? Miremos hacía el interior, el principal problema somos nosotros mismos y la única solución somos nosotros también.
Lo quinto, tómense en serio las elecciones, elegir presidente no es como elegir un plato dentro del menú, si en el restaurante te equivocas y te enhuesas con lo que pediste, fácil, o pides otro plato y dejas el otro, o te lo comes porque bueno ¿ya estando ahí que podemos hacer? Mejor suerte la próxima. Con la política no pasa igual, el presidente es el encargado de manejar la economía de todo el país, temas como la inflación, el desempleo, la devaluación de la moneda, el crecimiento económico y el precio de la canasta familiar son asuntos de alto gobierno, que, sí que nos impactan a todos, sino, vayan a comer si no hay empleo, o si habiéndolo todo es tan costoso que aún trabajando no es posible adquirir ni los elementos básicos para nuestra subsistencia. Colombia con toda su riqueza cultural y ecológica, debiera ser la envidia del mundo, no el cagadero del mundo, démosle el valor que se merece, respetémosla, hagámosla un vividero para nosotros, para nuestros hijos, para toda la humanidad.
Para finalizar, que nuestro voto sea meditado, que venga acompañado de la reflexión, votemos a consciencia, votemos con amor por este país que nos lo ha dado todo, por esta tierra que tenemos la dicha de compartir con las personas que amamos. Votemos con la intención de sacar a Colombia adelante, pero de verdad, sin corruptos detrás y sin populismo. En últimas, votemos con la esperanza de construir poco a poco la Nación que queremos, que sea la esperanza del mañana, y no el odio ni el miedo del pasado quienes nos aconsejen, YO CREO QUE SE PUEDE CAMBIAR, creo que la decencia y la política son compatibles, y creo firmemente, que juntos, vamos a sacar este país adelante.