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UNIDAD NACIONAL

Actualizado: 19 jul 2021

Por: Jairo Arturo Fontalvo Sarmiento.


En estos momentos de crisis necesitamos que se unan los Acordeones de Valledupar, las Flórez de Medellín, La Flauta de Millo de Barranquilla, el Arpa del Llano, el Café de la Zona Cafetera, el Tambor Chocoano y demás riquezas e instrumentos culturales, para defender a la democracia de nuestro pueblo colombiano.


Ningún acto violento puede derribar el muro de la riqueza cultural que tenemos los colombianos, donde la dignidad histórica de nuestra Nación es mirada generosamente por el Creador, quien nos concedió los valiosos dones de la creatividad y la identidad; y por la Comunidad Internacional como defensora justa e incansable de los Derechos Humanos.


Es el momento de reflexionar y mirar lo positivo de nuestro país para salir de esta crisis que nos agobia. Es el tiempo de imitar el ejemplo de Jesús, quien fue un revolucionario del amor y se hizo crucificar para redimir nuestros pecados. Necesitamos que la Colombia crucificada por el odio y la violencia, resucite bajo la gracia del perdón y la reconciliación.


Si Dios nos regaló tantas riquezas naturales y culturales no es para desaprovecharla con los actos irracionales, sino con ideas y argumentos que construyan país sobre la base del respeto. Las injusticias y desigualdades deben convertirse en grandes oportunidades para llegar a un acuerdo sobre lo fundamental, tal como decía el gran humanista Álvaro Gómez Hurtado.


Colombia necesita apartarse de las olas rebeldes para sumergirse en el mar de la esperanza. Requiere ciudadanos proactivos que miren fijamente la estrella del éxito para no distraerse en el pasado. Lo que está pasando es una invitación a nacer de nuevo como país y como individuos dispuestos a realizar actos de fe y amor que nos anticipen terrenalmente al reino de los cielos.


El reclamo pacífico de un pueblo cansado, es la premisa fundamental para el progreso de los territorios. Si la violencia es el camino para hacerse sentir y llamar la atención, estamos perdidos como sociedad civilizada que no admite comparación con las reacciones históricas de los pueblos que conquistaron sus derechos, pues las épocas y las condiciones culturales son distintas. La sociedad del mundo actual debe hacerse sentir con la espada del respeto y el escudo de los argumentos para llegar a soluciones claras y razonables en los momentos de crisis.


Ahora, la verdadera transformación de un Estado y una sociedad no solo se consigue saliendo a las calles, montándonos en árboles, pintando paredes y haciendo cartulinas creativas, sino también con los actos de amor y servicio que en el día a día hagamos como padres, hijos, estudiantes, profesionales o trabajadores. Desde la sencillez de barrer tu casa para que se vea limpia hasta darle la mano a un anciano para que pase la calle. Muchas veces la prudencia del silencio es más constructiva que el ruido inoportuno y desafiante.


Cuando Simón Bolívar en su proclama decía: “Si cesan los partidos y se consolida la unión, bajaré tranquilo al sepulcro”, enviaba un claro y contundente mensaje de UNIDAD NACIONAL desligado de cualquier diferencia política, social, económica y cultural. Esa es la verdadera actitud que debemos tener los colombianos para salvarnos de la irracionalidad de cualquier elemento constitutivo de acciones violentas o terroristas, eso sí, bajo la urgente necesidad de llegar a acuerdos razonables y cumplibles en términos de responsabilidad, tiempo y recursos.


Quiero terminar con un poema que le hice a la democrática expresión UNIDAD NACIONAL:

Aves de la Democracia

vuelan unidas

logrando su bienestar


Aves de la Jaula

reclaman la libertad

por no poder volar


De ese modo, hermanos colombianos

volemos con libertad

para no caer en la jaula

y caminemos unidos

para defender a la democracia.

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