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PROFECÍA APOCALIPTICA PARA LOS POLÍTICOS

Actualizado: 3 ago 2021

Por: Rosember Rivadeneira Bermúdez.


Un terrible mensaje me fue revelado respecto a la suerte de las autoridades públicas del mundo entero, y su contenido me fue ordenado publicar, para que, quien conociéndolo no obedezca, a la furia del cielo se atenga.


El trono celestial conoce el estado crítico de la sociedad, la gravedad moral que infecta a las relaciones humanas, y los conflictos pueriles que quebrantan nuestra sublime hermandad.


Somos testigos y muchas veces víctimas de la posesión demoniaca que ha degradado y endurecido el corazón de nuestras autoridades.


Nuestros aterrorizados ojos observan sus manos sigilosas sobre el erario caer, al tiempo que, en cuerpo ajeno, sus patrimonios vemos crecer. La infernal lámpara del dinero ajeno sus bolsillos ilumina, mientras que al pueblo cubren en la penumbra.


Una enorme parte de la masa popular guarda un inaceptable y cómplice silencio. La ciudadanía pasiva se conserva, no porque su voz se encuentre desprovista de efectividad, y tampoco porque los hechos dejarán de investigarse.


Motivos egoístas son los ingredientes que silencian la voz de nuestra consciencia, y enervan el clamor de la protesta. Temores infundados y con una explicación que solo en los terrenos de la cobardía puede florecer. Y sí, es cierto que, tal y como le ocurrió al hijo celestial amado, alzar la justa voz de protesta se castiga con la exclusión, con el “cierre de las puertas”, con la “pérdida de oportunidades”, con la segregación social, “la expulsión de círculos sociales” y el perfilamiento por parte de las autoridades cuando advierten que el infierno que han creado se encuentra develado.


Ya en esta instancia inútilmente se afanan para ocultar la sangre derramada de un país que ahogándose al cielo clama para que los ángeles desciendan en su auxilio. Los demonios presurosamente se ocultan y sus rodillas sienten temblar cuando a lo lejos ven acercarse en vuelo a San Gabriel arcángel, quien en sus cuellos el pie colocará y con su espada el corazón les atravesará.


El agua bendita de la queja pública es la única oración que podría exorcizar a las autoridades. Vista al cielo, el pueblo a una sola voz la oración debe pronunciar para neutralizar los ataques del demonio mano larga de la corrupción, del impulsivo prevaricador, del pervertido acosador, del avariento “como voy yo ahí”, y otros entes que se apoderan de ellos y, cual experto titiritero, los inducen a desconocer y a atentar en contra del Dios pueblo a quien falsamente lealtad le prometieron.


Cristo de sus labios la palabra no creyó, y al viajar a sus corazones en ruina los encontró, decepcionado al cielo el vuelo alzó, con nubes y truenos la puerta aseguró, y ante su padre los denunció para que sus cuerpos en sal convirtiera, o en el infierno a arder los pusiera.


La pena de destierro en su contra ha sido pronunciada. De los terrenos del Dios pueblo serán expulsados, perderán el paraíso que tenían preparado, ya no vivirán más a costillas del pueblo, y con el sudor de su frente el pan se ganarán.


Sus súplicas al pueblo no conmoverán, a la pena se someterán y cuando resocializados se encuentren al purgatorio retornarán. Tres días en el infierno les sucederán, sus carnes verán destrozar por los demonios con los que íntimamente danzaban en el poder terrenal.


A Lázaro un favor solicitarán para a sus compinches avisar, pero también se les negará, pues ellos del infierno, la invitación también recibirán.


Las aves de rapiña sus tripas una a una devorarán. De día nuevamente les crecerán y de noche en alimento se convertirán. El terror los consumirá, desazón e incertidumbre sus ojos contemplarán. En el manantial de heces de sus mentiras los introducirán. Dios por largo tiempo su vista de ellos retirará y sus oídos también apartará para que el demonio con sus almas se divierta, así como ellos con el pueblo en la tierra lo hicieron.


Dios por ellos a su hijo Cristo ni loco volvería a sacrificar, ni la cruz arrastrará, la corona de espinas no se dejará colocar, la lanza dirigida a su costado esquivará, a Pilatos y al pueblo en juicio público vencerá, pues dos mil años atrás disfónico se cansó de predicar, y la sagrada palabra que en la biblia nos dejó no se cansan de ignorar.


Risas confundidas se dibujan en el rostro de los opresores del pueblo. Se avecina el día en que el llanto arrugará sus rostros, el fuego del infierno secará la fuente de sus ojos, y al caminar, sus cuerpos experimentarán el sismo que a sus dientes coloque a rechinar.


Las huestes tradicionales en gran parte del territorio sepultados se encuentran, y de sus cuerpos los gusanos ferozmente se apoderan.


Y para la fuerza naciente un consejo del cielo desciende. Arrepiéntanse a tiempo quienes el cambio falsamente prometieron. En el infierno un horno se construye para ustedes. Dejen de asechar, perseguir y dividir a los hijos del Dios pueblo.

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