Por: Alessio Pollastri. Ciudadano italiano e inversionista.
Soy un italiano de 42 años, con muchas ganas de contar mi experiencia de vida en Santa Marta. La perla de América la conocí en un viaje que hice entre las ciudades de Colombia, durante el invierno 2017-2018, y fue Santa Marta la que se quedó en mi corazón por sus hermosas playas y su característico Centro Histórico.
Luego regresé de vacaciones hasta 2021, y decidí invertir en bienes raíces para colocar la primera piedra del ambicioso proyecto de venir a vivir en esta hermosa ciudad, pasé todo el verano de 2022 aqui y finalmente compré dos inmuebles en el Centro Histórico y uno en el Rodadero; esto para ponerlos al servicio del turismo.
Conocí a muchos amigos extranjeros que, como yo, han decidido quedarse a vivir en Santa Marta e invertir sus capitales. En nuestras reuniones, hemos sido testigos del deterioro del Centro Histórico, pues no existe un control frente al aumento exagerado de la población de calle o en estado de indigencia que acosa y presiona a los visitantes y clientes del sector, sin importarles el inconformismo y la incomodidad que generan, ocasionando con ello, importantes daños económicos, porque cada vez menos visitantes asisten.
Como ciudadano extranjero, conozco que esta negativa opinión empieza a difundirse en personas que en el exterior piensan visitar Santa Marta, pues prefieren desplazarse a zonas cercanas del Parque Tayrona o Palomino para no ser acosados. Y los colombianos del interior se van al Rodadero o a otras zonas de la ciudad.
Algunos amigos italianos que han venido de vacaciones han declarado no querer volver debido a los inconvenientes creados por estas personas que no tienen respeto por los demás. Antes era un plus para un restaurante mantener los asientos al aire libre, ahora los clientes quieren quedarse adentro para no estar acosados.
Creo que quien sea el responsable de esta situación debe tomar decisiones para remediarlo o se verá afectado el desarrollo turístico de Santa Marta. Si se tiene un proyecto de remodelación en el Centro Histórico por los 500 años que cumple la ciudad más antigua de Colombia, pero ¿a dónde queremos llegar a este tiempo? ¿Qué futuro tiene Santa Marta como ciudad turística, con este problema en crecimiento?
Hablo desde el corazón, de quienes, como yo, se enamoraron de esta ciudad y creyeron en su desarrollo y su futuro, incluso por encima de los inconvenientes burocráticos y sociales, pero ahora sinceramente me planteo estos interrogantes.