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LUIS EDUARDO NIETO ARTETA. UN GRAN INTELECTUAL COSTEÑO INJUSTAMENTE OLVIDADO

Actualizado: 17 jul 2021

“ << Biografía del Caribe >> de Germán Arciniegas, “Economía y Cultura en la historia de Colombia” de Luis Eduardo Nieto Arteta y “Cien años de soledad” de Gabriel García Márquez, son tres grandes pilares para entender el Caribe colombiano”.

Alberto Abello Vives. Historiador y economista samario.

Por: Álvaro Echeverri Uruburu.

Por los años setenta del siglo pasado, realizábamos nuestros estudios de Derecho en la Universidad Externado de Colombia. Nuestro interés por la filosofía, al margen de las obligaciones académicas principales, estimulado por extraordinarios profesores, como el barranquillero José María Torres Vergara –muerto en un estúpido accidente en su ciudad natal– y el antioqueño Luis Fernando Gómez Duque, nos llevó a ingresar al sancta santorum de esa universidad, su estupenda biblioteca, para iniciarnos en la filosofía moderna con Descartes, y Leibniz –en un salto mortal pues pasabamos por alto a los sabios filósofos griegos–.

Los antiguos textos del “Discurso del método de Descartes” y del “Discurso sobre la metafísica” de Leibniz, tomados en nuestras manos para su lectura se encontraban llenos de anotaciones, la mayoría luminosas y esclarecedoras de los a veces oscuro y nebulosos textos de estos autores, colocados al margen o al pie de página de estos libros.

Al inquirir a mis profesores por quién podría ser el autor de tan preciosas observaciones marginales, se me informó que pertenecían aún importante jurista y filósofo barranquillero muerto trágicamente en esa ciudad, de nombre Luis Eduardo Nieto Arteta, cuya biblioteca personal había pasado a hacer parte de la del Externado.

Habíamos realizado entonces, nuestro primer acercamiento a ese gran intelectual y vivido la experiencia que describe el sociólogo Gonzalo Cataño, que ha escrito una completa obra sobre la vida y los aportes científicos de Nieto Arteta, cuando expresa: “ libro utilizado por Nieto es incómodo para un segundo lector. Era muy generoso con los subrayados y tendía a hacinar los márgenes con notas, exclamaciones, preguntas y comentarios…” Para mí, por el contrario, un neófito intelectual –que siempre lo seguiremos siendo– las anotaciones marginales de Nieto Arteta fueron magistralmente estimulantes.

Un estereotipo difundido, una y otra vez, ha querido presentar a los habitantes de la costa Caribe colombiana como gente despreocupada, amante de las fiestas y del jolgorio, dispuestos siempre al verbo fácil y poco interesados en los fenómenos de la cultura. Infortunadamente esta tipología es aceptada e incluso, difundida por muchas personas de esta región. Más grave aún, existe un desconocimiento general sobre los grandes valores intelectuales que ha producido el Caribe colombiano, más allá del Nobel de literatura Gabriel García Márquez.

Uno de esos desconocidos y del cual se han olvidado sus aportes para la cultura nacional ha sido Luis Eduardo Nieto Arteta.

¿Quién fue Luis Eduardo Nieto Arteta?

Nieto nació en 1913 en Barranquilla, ciudad que comenzaba a vivir la modernidad capitalista mucho antes que otras ciudades colombianas. Su bisabuelo había sido el hermano mayor del General Juan José Nieto, el único presidente negro de la historia nacional, blanqueado por la historia oficial lo mismo que en las pinturas que en su época se le hicieron. Solo hasta el gobierno de Juan Manuel Santos, el retrato de este personaje ingresó a la galería de los mandatarios del país en la casa de Nariño.

Nieto se educó en el mejor colegio de Barranquilla en esos años, el San José, dirigido por los miembros de la compañía de Jesús – los Jesuitas– de los cuales aprendió el amor al estudio y la disciplina rigurosa que demanda la vida intelectual.

Los estudios jurídicos los inició en la Universidad Nacional en Bogotá. Sus inquietudes intelectuales lo condujeron al estudio del marxismo, en boga entre la juventud de la época. Participó en las movilizaciones estudiantiles que demandaban la reforma universitaria que se inspiraba en el movimiento de la Universidad de Córdoba, Argentina.

El activismo estudiantil, llamó la atención del presidente Alfonso López Pumarejo, quien recibió a una delegación de estudiantes de la Universidad Nacional en la cual figuraba Nieto, quien llamó la atención del presidente, que siempre se caracterizó por reconocer las inteligencias brillantes, cómo ocurrió con Alberto Lleras Camargo que había sido periodista “carga ladrillos”, cómo se diría hoy, o de Darío Echandía, humilde juez de Chaparral, llamandolos a los dos a ocupar altas posiciones en el Estado. Lopez designó entonces al joven estudiante, sin haber terminado sus estudios de Derecho, como agregado cultural en la embajada de Madrid, donde permaneció apenas un año hasta el comienzo de la Guerra Civil Española en 1936.

A su regreso al país, sustenta con honores su tesis de grado ante un jurado conformado por cuatro de los intelectuales más prestigiosos del país: Eduardo Zuleta Ángel y Juan Francisco Mújica, Magistrados de la Corte Suprema de Justicia –la llamada corte de oro de la jurisprudencia nacional– el célebre escritor Germán Arciniegas y Gerardo Molina, jurista e historiador, quien sería Rector de las universidades Nacional y Libre.

Al poco tiempo de obtener su grado es elegido docente en la Universidad Nacional en la cátedra de Interpretación del Derecho Positivo, que le permitió escribir dos de sus obras más importantes, “ La interpretación de las normas Jurídicas” y “Economía y Cultura en la historia de Colombia”.

Poco tiempo después, el reconocido científico Luis López de Mesa, Ministro de Relaciones Exteriores, lo designó en la subsecretaría de estudios económicos del ministerio. En este cargo intervino en la redacción de lo que se llamó “El plan Nieto”, en el cual éste señala que ante el cierre de las importaciones como consecuencia de la Segunda Guerra Mundial, el país debería buscar su desarrollo “hacia dentro” esto es, pasar a la sustitución de importaciones, que sería el modelo económico que seguiría el país hasta la llamada “apertura de la economía” bajo el gobierno de Alfonso López Michelsen en 1978. Con razón la prestigiosa “Revista de Indias” de esa época, diría que no se “conocía un estudio que con tanta claridad analizara las condiciones económicas del país y de cuál debería ser su futuro…”

Nieto permaneció en el Ministerio hasta 1952, cuando el designado en funciones presidenciales , Roberto Urdaneta Arbeláez, en un acto típico del sectarismo partidista en medio de ”la guerra no declarada” entre liberales y conservadores – el llamado período de la “violencia”– lo destituyó de su cargo.

En difíciles condiciones económicas, regresa a su ciudad natal, en donde se le nombra Magistrado del Tribunal Superior de Barranquilla. Cada vez más acosado por la situación económica, la incomprensión de sus coterráneos y sometido a una profunda depresión, puso fin a su vida a los 43 años, en la casa que había sido de sus padres.

Nieto Arteta y la historia nacional como Ciencia

Las dos grandes obras de historia económica de Nieto, “Economía y Cultura en la historia de Colombia”, publicada en 1948 y “El café en la sociedad colombiana”, editada póstumamente en 1958, significaron una ruptura trascendental en la forma de “hacer” historia en Colombia.

Hasta la aparición de esas dos obras, la historia del país que los colombianos conocían se reducía a la acumulación de fechas, actos heroicos de los grandes personajes de la Independencia y de la “petite histoire” nacida del chismorreo parroquial, como por ejemplo, la enemistad de Bolívar y Santander por razón de su competencia amorosa con la célebres señoritas Ibáñez.

Como el mismo Nieto decía: “No la historia oficial de nuestra languideciente Academia [de Historia] sino la historia viva, humana, rica en hechos pequeños de insospechado significado”.

Con Nieto por primera vez entendemos el proceso histórico de la nación como un fenómeno estructural, esto es, los cambios en la cultura, en las instituciones como resultado de procesos dinámicos, que permiten la periodización de nuestro devenir histórico de manera racional y sistemática.

Así, por ejemplo, Nieto es el primer historiador que habla de la llamada “revolución del medio siglo” en el Siglo XIX, que introdujo las grandes reformas liberales, como la supresión de impuestos eclesiásticos, la “desamortización de bienes de manos muertas”– expropiación de las tierras improductivas en manos de la iglesia–, la supresión de la Institución infame de la esclavitud y la eliminación de los monopolios coloniales del aguardiente y del tabaco. El cultivo de este producto y su auge exportador como lo muestra Nieto en “Economía y Cultura”, produjo un repoblamiento del país que significó el languidecer de viejas ciudades de la época colonial y el surgimiento y enriquecimiento de regiones y ciudades hasta entonces olvidadas y sin importancia.

Debilitadas las exportaciones de tabaco, del cual Colombia fue el primer productor mundial, como consecuencia de la competencia inglesa con sus plantaciones en Borneo y Sumatra, a finales del siglo XIX, la explotación cafetera entra a reemplazar a aquel producto como primera fuente de recursos externos, al tiempo que determina un desplazamiento y sustitución de las élites políticas hasta ese momento dominantes. Es el significado histórico profundo de la llamada “regeneración” de Núñez y Caro de 1885, que dio nacimiento a las instituciones de la Constitución centenaria de 1886.

De este período se ocupa Nieto en su otra obra de historia económica, “El café en la sociedad colombiana”.

Como filósofo jurídico en su texto, “La interpretación de las normas Jurídicas” resumió su trasegar en este campo de los estudios jurídicos, que ofrece tan pocos réditos espirituales, cómo lo experimentó el propio Nieto en su cátedra de profesor en este campo en la Universidad Nacional.

La reseña de esta obra nos llevaría a redactar otro artículo. Basta decir que en esta Nieto, hace una recepción crítica de los iusfilósofos más importantes de su época, cómo Francois Geny y particularmente de Hans kelsen.

Sin temor a equivocarnos, Nieto Arteta, como lo señala su biógrafo y crítico, Gonzalo Cataño, fue el intelectual más importante de la primera mitad del siglo XX en Colombia. Con él nació el movimiento de la nueva historia con autores posteriores como Indalecio Lievano Aguirre, Mario Arrubla (diferente a Henao y Arrubla de la Historia tradicional), Germán Colmenares, Jorge Orlando Melo, Álvaro Tirado Mejía y muchos otros, que siempre han identificado a Luis Eduardo Nieto Arteta como el gran maestro que rompió los esquemas tradicionales e hizo de la historia de Colombia un espacio de auténticos estudios científicos.

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