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LEGISLADOR E INTELIGENCIA ARTIFICIAL: EL DESAFÍO DE LOS CONGRESOS LATINOMERICANOS

Actualizado: 17 jul 2021

Por: Christian Rodríguez Martínez[1].


Los Congresos o Parlamentos son los principales órganos de decisión en la democracia occidental. No obstante en la actualidad han perdido aceptación o favorabilidad por parte de la ciudadanía, ya que no genera confianza su actuación en muchas ocasiones y no logra conectarse de una forma adecuada con las necesidades de la sociedad. A eso se suma, el poco intéres que despierta entre los ciudadanos el querer participar en el proceso de construcción de la ley.


A pesar que los Congresos en Latinoamérica fueron creados en el siglo XIX, cuando pocos podían ejercer el derecho al sufragio y tener acceso a la educación, estos siguen aferrados a viejas prácticas y carecen de voluntad para innovar que les permitan adaptarse al mundo moderno.


Muchos cuestionan al legislador por la falta de preparación de sus integrantes que les permita dar respuestas a las necesidades de la sociedad actual. Los congresistas no se caracterizan por ser proactivos y voceros de grandes causas o inicitaivas que permitan solventar problemas o situaciones que aquejan a la ciudadanía. La falta de conexión con esa realidad social genera leyes inocuas o ineficaces que no logran cumplir con su objetivo o fines perseguidos.


La problemática descrita con anterioridad se presenta porque los Congresos carecen de herramientas que les permita obtener o recopilar información exacta. Las grandes fuentes de sus datos son los mismos legisladores y en el mejor de los casos sus equipos técnicos o Unidad de Trabajo Legislativo -UTL-. En consecuencia, sus decisiones se soportan en infomación no sólida e inexacta, lo cual genera desgaste en su actividad. Por tal motivo, sería provechoso para el legislador del siglo XXI utilizar la inteligencia artficial, “la cual es un área de la informatica jurídica que permite realizar con máquinas tareas que puede realizar el ser humano aplicando cualquier tipo de razonamiento”[2].


El COVID-19 ha obligado a los Congresos a salir de su zona de confort y utilizar herramientas tecnologicas para poder realizar su labor, ya que estaban ostinados a no usarlas y no avanzar de la transmisión de sus sesiones por canales de televisión institucionales, como en el caso colombiano Canal Congreso, sin posibilidad de generar interacción con la ciudadanía o sectores que representan y seguir funcionando como nacieron en el siglo XIX. Esta pandemia ha permitido al órgano principal de la democracia funcionar de otra manera sin que se afecte la esencia de su naturaleza constitucional a través de las sesiones virtuales, utilizando plataformas como zoom y transmitiendo sus sesiones en youtube.


[1] Docente de Procedimiento y Argumentación Legislativa y Director del Programa de Derecho de la Universidad del Magdalena. [2] https://www.corteidh.or.cr/tablas/r30570.pdf


Por tal motivo, el legislador 4.0 requiere que incorpore elementos de inteligencia artificial y herramientas tecnólogicas al proceso de creación de la ley para así recuperar su papel en la democracia y posea un modelo funcional propia del siglo XXI, más cuando la pandemia exige una mayor respuesta por los Estados a través de paquetes legislativos y políticas nacionales que nos permitan superar la gran crisis que se ha generado por este virus.


En Brasil existe el laboratorio hacker, que permite a la Cámara de Diputados de este país poder intercatuar de una manera más efectiva y participativa con los ciudadanos al incorporar un chatbot de inteligencia artificial. En el caso colombiano se deben realizar, por ejemplo, modificaciones al reglamento del Congreso -Ley 5 de 1992- para poder fortalecer los procesos de deliberación y votación en línea, entre otros aspectos.


Debo aclarar que las ideas relacionadas en esta columna no significan que estoy de acuerdo con la idea de reemplazar la actividad legislativa por robots o máquinas, ya que recordemos que la ley es producto de la realidad social que hasta el momento solo puede ser interpretada por los seres humanos pero si debemos aprovechar las ventajas de la inteligencia artificial o las tecnologías emergentes para lo siguiente:


• Recopilar información y revisar experiencias en otros sistemas jurídicos que permitan fundamentar o motivar adecuamente las distintas iniciativas legislativas.

• El uso de la tecnología puede mejorar la actividad legislativa y repensar su rol en la democracia.

• Generaría una mayor interacción entre ciudadanos y legisladores.

• Fomenta la participación ciudadana en el proceso de construcción de la ley.

• La existencia de plataformas o sistemas que permitan al ciudadano participar en tiempo real en las sesiones del Congreso.

• Firma digital, por ejemplo, para fomentar la iniciativa legislativa popular.


Ahora bien, lo aquí expuesto no significa que sea una propuesta infraqueable, al contrario me invita a madurar estas ideas y seguir profundizando en la necesidad de armonizar la inteligencia artificial con los Congresos latinoamericanos, especialmente el colombiano, máxime cuando se encuentra en trámite el proyecto de ley número 021/2020C “Por medio de la cual se establecen los lineamientos de política pública para el desarrollo, uso e implementación de Inteligencia Artificial y se dictan otras disposiciones”.

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