Columna 7
GLORIA A LOS LITIGANTES
Por: Ariel Quiroga Vides.
Los sacrílegos
Desde mi trinchera, como lo llamaba hace algunos años un gran abogado y empresario del Caribe, decido enjugar mi pluma y apuntar la tinta a reivindicar la labor del abogado litigante, ese que gana miserias si no es constante, disciplinado y apasionado, o gana fortunas si decide ser un gladiador en la arena del litigio.
En la cultura jurídica y hasta popular, se tiende a mirar al litigante como el individuo más insignificante de la cadena alimenticia del mercado legal, sin embargo esto no es así.
Los litigantes natos, no viven de un salario, no ruegan una contratación con una entidad pública, sino que se fraguan su progreso con lo obtenido de sus triunfos, que con el pasar del tiempo aumentan en tamaño y cantidad.
Son los portadores de la realidad social, llevan la vida cotidiana y sus conflictos al corazón de las demandas, en las defensas ante los jueces penales, en los reclamos administrativos, en sus alegatos de apertura y conclusión, en definitiva, los buenos litigantes son la chispa que combustiona y revoluciona la justicia, pues sin la rebeldía intelectual que los caracteriza, la jurisprudencia no cambiaría, y la carrera del Derecho, simplemente sería un montón de rocas inmóviles.
Pero lo anterior no parece ser la percepción de muchos, y tengo decir que la responsabilidad es completamente de los mismos homenajeados en estas letras, quienes en su mayoría, no son rigorosos en la academia, atrevidos en la Praxis, y de formas cultas pero firmes, y esto último, en el caso del Caribe, si que es una plaga, es la indiscreta chabacanería.
De todas formas, hay una trinchera ocupada por buenos especímenes, por gladiadores, por Prometeos insolentes que no temen arrebatar el fuego de lo establecido y cambiarlo en favor de nuevas tendencias más justas y humanistas.
Existe esperanza para esta profesión, para esta vocación, para esta pasión, y es la que encarnan abogados arrestados que no titubearán en defender la causa de Lilit aunque el propio Dios y el machista Adán se molesten…