Columna 7
EL CINE QUE VEREMOS
Por: Esperanza Niño Izquierdo.
El olvido que seremos Una Película del Director Español Fernando Trueba, estrenada en 2020, el Guión de David Trueba. Basada en la Novela de Héctor Abad Faciolince del mismo nombre. La Música de Zbigniew Preisner y la Fotografía de Sergio Iván Castaño.
Reparto: Javier Cámara, Patricia Tamayo, Juan Pablo Urrego, Nicolás Reyes Cano, Aída Morales, Sebastián Giraldo, Whit Stillman, María Tereza Barreto, Laura Londoño, Elizabeth Minotta, Kami Zea, Luciana Echeverry, Camila Zárate.
Productor: Dago García.
Género: Biográfico 70s. 80s.
Premios
2020: Ganadora del Premios Goya, uno de los más prestigiosos de la fílmica europea a: Mejor película iberoamericana.
2020: Declarada fuera de concurso en la clausura del Festival de San Sebastián: Sección oficial.
2020: Nominada a Mejor película latinoamericana a los Premios Forqué, que premia la película con mayores valores técnicos y artísticos de entre las estrenadas cada año en España.
Entre los años 70s y 80s, Colombia vivió una década convulsa, en la que campeaban muchos males al mismo tiempo. Confluía un Estado de Sitio casi permanente, en el cual las garantías individuales se vulneraban sin consideración y el narcotráfico se había empoderado de la sociedad y de la economía. A su vez, habían surgido también movimientos ciudadanos que rechazaban las políticas represivas del Estado y luchaban por conseguir apoyos internacionales en materia de derechos Humanos. Es allí, en ese arco histórico donde Fernando Trueba, se sitúa y lleva a sus personajes a narrar con enorme sutileza la historia de una familia que vive las emociones y los avatares que convergen y dibujan en micro una sociedad convulsionada pero llena de esperanzas de cambio.
El director Fernando Trueba trata en general, a través de este film, reconstruir la vida familiar y profesional de un médico colombiano que dedicó su tiempo a la academia y especialmente a esfuerzos ingentes para conseguir una verdadera salud pública en búsqueda de que esta llegase a todos los pobladores de su territorio, especialmente a los más vulnerables. Además, luchó por la defensa de los Derechos Humanos, tema del que poco se hablaba en este país latinoamericano.
La adaptación del film ceñida a la novela de su mismo nombre (“El Olvido que seremos” escrita por Héctor Abad Faciolince, 2006), se demarca en la ciudad de Medellín una de las zonas del país que sufrió múltiples violencias entre distintas fuerzas oscuras de las cuales era casi imposible determinar de donde provenían las balas. Allí Héctor Abad Gómez (Javier Cámara), un médico, ilustre profesor, lucha sin tregua por conseguir del Estado una política de salud pública preventiva, para los habitantes más pobres y vulnerables de su ciudad.
Trueba demuestra de nuevo su incomparable capacidad para narrar historias, lo mismo que su sentido visual para poner en escena hechos que transportan al espectador al mundo de lo bello e íntimo. Películas como la ganadora del Óscar “Belle Époque”, la cinta de dibujo animado “Chico y Rita”, y la sensualidad en “El artista y la modelo”, ahora nos trae el mundo íntimo y desgarrador de una familia con sus peculiaridades y dramas.
La historia del film se realiza a través de los ojos de un niño, Héctor Abad (encarnado primero por Nicolás Reyes Cano y por Juan Pablo Urrego, adulto) quién ama a su padre profundamente, siendo el único hijo hombre entre 5 mujeres. Presentar un personaje virulento, perverso o con problemas psíquicos se hace de manera fácil y evidente sin necesidad de grandes recursos fílmicos. Pero dibujar una persona del común, humana caritativa, llena de entusiasmo, profesional, de clase media acomodada, reconocido profesor, preocupado por los demás, defendiendo sus derechos y buen padre de familia, costó al director una larga parte del film representarlo. Para ello, se sirve vivamente del color y diálogos sencillos pero emotivos en su desarrollo familiar y profesional.
El manejo del tiempo no es nada fácil para Trueba, que en la novela de origen viene y va. Lo consigue mediante el uso del color filtrado del blanco/negro, así como segmentos a color y flash back para hechos determinantes de la vida del personaje y a partir de excelentes elipses volver al presente y otra vez al pasado. Realiza una compleja tarea. Para ello divide en dos partes la película con tres tiempos diferentes.
El recurso cinematográfico es contundente, (la fotografía excelente de Sergio Iván Castaño) al mostrarnos en blanco y negro la vida de un adulto en una ciudad convulsa, y en suaves colores la vida familiar, cálida y placentera. En grises desarrolla los conflictos militares y políticos, también las manifestaciones pacíficas en las que el protagonista participa activamente. En grises siempre, hasta llegar al final de la película encuadrando un ambiente poético y melancólico a la vez. Para conseguir este fraccionamiento sutil y novedoso recurso fílmico, se vale de un papel enrollado en manos del médico-protagonista a manera de foco con el que fragmenta los 3 momentos álgidos de la película.
La emotividad ronda toda la película hasta llevarnos a ser una parte de ella, retrotrayendo épocas de angustia y miedo colectivo, pero también de luchas y protestas. Toda ella inspirada en la poesía de Jorge Luis Borges “Aquí hoy” y que trata de todo aquello que somos y seremos, de conservar en la memoria escrita fragmentos de la vida humana.
Espacialmente nos adentra el film en un viaje a lugares donde se desarrollaron hechos históricos, Medellín,Turín y Madrid. Medellín, zona del país que sufrió profundamente la embestida de la violencia. En lo actoral, Javier Cámara se crece en este personaje interpretando a Abad, revistiéndose del hombre que encarna cálido, sereno y luchador sin tregua, olvidando el característico acento español para dialogar fluidamente en las tonalidades típicas de la región antioqueña colombiana, convirtiendo este papel en una de las mejores actuaciones de su carrera.
El tono poético del film es latente hasta el final. El guionista (David Trueba) a pesar de tratarse de un tema difícil, mantiene vivo el ambiente sereno del protagonista en cada escena. Los diálogos aunque pocos, logran transmitir emociones vibrantes, aunque se trate de un relato desgarrador, pero que bien vale la pena ver.
Por último, valga decir que este tema fílmico, autobiográfico a veces se pasa de egocéntrico, toda vez que dibuja a un hijo, cuyo único papel es de querer a su padre y beneficiarse de su honroso nombre. No obstante la trama, la musicalidad, la puesta en escena que retrata una ciudad de los años 70, con sus calles, edificaciones, ambientes perfectamente recreados de la época, los protagonistas especialmente las mujeres, así como su desenlace. Por todo esto, vale bien la pena ver este film.
**** (4 de 5)
Para recordar…
Jorge Luis Borges en su poema “Aquí Hoy": "Ya somos el olvido que seremos. / El polvo elemental que nos ignora / y que fue el rojo Adán y que es ahora / todos los hombres, y que no veremos. // Ya somos en la tumba las dos fechas / del principio y del término, la caja, / la obscena corrupción y la mortaja, / los ritos de la muerte y las endechas. // No soy el insensato que se aferra / al mágico sonido de su nombre; / pienso con esperanza en aquel hombre // que no sabrá que fui sobre la tierra. / Bajo el indiferente azul del cielo / esta meditación es un consuelo".