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¿DEBEMOS RESPONDER A LA AGRESIÓN MUSICAL CON LA MISMA PIEDRA?

Por: Esperanza Niño Izquierdo.


En la columna anterior de esta revista, había referido la visita al cono sur donde pudimos constatar la reivindicación que estos hermanos de la “patria grande” han venido haciendo sobre la raza negra que fue uno de los pilares que levantaron las catedrales, conventos y en general las construcciones elaboradas en la época colonial. También señalamos el esfuerzo que se está haciendo para visibilizar a las mujeres que fueron motor y levantaron las banderas de la libertad y de algunas que también lucharon hombro a hombro con los hombres para liberar a nuestros pueblos de la colonia Española. Trajimos también a colación mujeres escritoras, poetas, bailarinas, y en general muchas que hoy dan sus nombres a calles y avenidas en la ciudad de Buenos Aires como también en otros lugares, haciéndoles merecido homenaje.


Pero, no hicimos alusión a la respuesta que resuena en las emisoras argentinas que tiene que ver con la réplica de las mujeres y hombres jóvenes a la música machista y oprobiosa, desvalorada y que acude a un lenguaje vulgar para animalizar las relaciones amorosas o los encuentros sexuales que tienen tan hermoso y elevado valor, convirtiendo a la mujer en un oscuro y banal objeto sexual.


Sí, nos referimos a tantos desafinados y primitivos cantantes colombianos y centroamericanos, que parecen tener las hormonas alborotadas y sus pensamientos sexuales son su base y cima. No hay que excluir de esta pseudomúsica a mujeres que con léxico de barriada, quieren parecerse o peor superar la vulgaridad de los cantantes varones. Pero es que el tema va más allá; cuando los seres humanos quieren responder a las agresiones, la más mínima lógica universal llama a buscar respuestas en la razón y no en la fuerza física y menos en la agresión oral que daña tanto o más que los mismos golpes. Pues bien, la música que se está escuchando tanto en Chile, Bolivia como en Argentina o la misma España, está elaborada hoy por mujeres y hombres que defienden lo femenino, las libertades, la igualdad. Podríamos decir que ésta es “fuerte” en sus contenidos. Al analizar sus letras, en principio parecieran agresivas, contentivas de mensajes directos y fulminantes. No obstante, al revisarlas con cabeza fría, encontramos el gran sentido de sus señales.


Especialmente algunas como la de Miss Bolivia y j mena“Se quema”. Muy provocadoras en respuesta a los tratos de subordinación sexual, a la agresión de que son víctimas por estar vestida de tal forma, por salir tarde o por encontrarse solas.


“Es que la juventud hoy rechaza los temas o artistas machistas y en su lugar hemos ido promocionando artistas mujeres, hombres/personas no binarias que cantan en contra de ese mal llamado género musical”, dice una joven argentina, como “No te va a Gustar de Nicki Nicole-Venganza” o la agrupación Amaral.Salir Corriendo” que hace un fuerte y agudo llamado a las mujeres que son maltratadas para que salgan a buscar ayuda y abandonen el mundo triste y opresor que las agobia; Bebe. Malo cuyo estribillo dice: malo, malo eres, no se daña a quien se quiere/ Voy a volverme como el fuego/ y voy a quemar tu puño de acero…”


Letras y ritmos pegajosos pero que dejen siempre un lema, una lección. Así como la música clásica se ha considerado ser fuente de apertura de la inteligencia y estimulo de aprendizaje para los niños, desde bebés, como ocurre con las composiciones del gran músico austriaco Mozart. Así mismo opera aquella música para los niños y jóvenes que escuchan esas voces que despiertan instintos primitivos e irracionales gracias a las letras y estribillos que oyen y que por respeto a las mujeres y a mí misma me abstengo de traer su texto.


El llamado es a repetir e importar el ejemplo de las mujeres que se niegan en las discotecas o en sitios públicos donde se repite esa clase de música a mandar “parar” y decir “no aceptamos”, “no nos hace gracia”, “no la queremos”. “Nos respetan”, No. Qué diferencia marca otro tipo de música y de letras que más bien, llama a los hombres en general a mirar a las mujeres sin juzgarlas, a verlas como sus iguales, con sus mismos deberes y derechos con el claro propósito de educar y dar un mensaje encaminado a que no pueden seguir siendo víctimas de la agresión que se ha convertido en la epidemia de muchas sociedades contemporáneas:


“el patriarcado es un juez, que nos juzga por nacer y nuestro castigo es la violencia que ya ves, ... y la culpa no era mía, ni donde estaba, ni como vestía… himno que no debemos calificar de feminista si no como un homenaje al valor de la vida y de la dignidad del género femenino.


Finalmente, en Colombia las mujeres y hombres debemos seguir ejemplos de respeto a lo femenino a la diversidad, a la reivindicación de nuestras mujeres luchadoras, artistas, literatas, en general creadoras en todos los campos del conocimiento y no caer en la protomúsica interpretada por mujeres, contentiva de letras de doble sentido o explícitas que provocan rechazo por lo oprobioso y lo vulgar de sus textos y, qué decir de sus videos, interpretadas quizá como respuesta a las bajezas de las letras coreadas por muchos hombres. ¿La igualdad está en responder con la misma o peor, más grande piedra? Debemos poner un alto a este mal camino que no lleva sino a generar más violencia en un país que no necesita ni de una bengala para prenderse y que además está requiriendo reconstruir su tejido social sobre la base del respeto y la dignidad de todas las personas y en particular, de las mujeres.

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