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CRIMINOLOGÍA MEDIÁTICA (PARTE II)

Actualizado: 11 sept 2021

Por: Cristian Morelli E.


Siguiendo la idea de lo que es la criminología mediática, cómo funciona y los problemas que causa socialmente la misma, en este escrito abordaré la temática estructural sobre la cual se asienta la organización de la falsa criminología que los medios de comunicación nos ha vendido hasta la fecha. Si analizamos con detenimiento el contenido que los noticieros, cadenas radiales y periódicos nos brindan diariamente, naturalmente podemos percibir que la sección judicial ocupa la mayoría de la información, que además de ser escandalizante, suele ser errada. La seguridad es un tema de interés general, no menos importante que los sectores salud, educación, desarrollo económico y demás. La manera en la que trabaja la criminología mediática con base en cuotas burocráticas consiste en causar un pánico generalizado, precisamente para desviar la atención de los ciudadanos de los otros aspectos necesarios para crear un proyecto de vida y así lograr un estado de bienestar generalizado.



No se puede prevenir lo que no se conoce


No basta el rechazo social con el que son castigados los crímenes de alto impacto en la sociedad, así como hay oficinas dedicadas a la infraestructura y el sistema sanitario deben haber dependencias criminológicas dedicadas a la prevención de los delitos comunes y específicos, de manera que resulta indispensable la creación de una base de datos seria, de orden territorial en lo que respecta a la comisión de delitos. ¿Cuantos hurtos se cometen?, ¿Cuántos robos a mano armada son realizados al mes?, ¿En qué sectores?, ¿Cuál es el rango de edad de los infractores?, ¿Cuál es el índice de reincidencia?, estas entre otras preguntas deben ser respondidas y, consecuentemente ser analizadas a través de un seguimiento riguroso que permita concretar la realidad criminal de las distintas zonas de la ciudad. La cárcel como mecanismo represivo llega cuando el daño está hecho, entonces preguntémonos por un momento: ¿resulta sabio seguir pidiendo aumento de penas y represión criminal a todo dar?


La relación de las agencias ejecutivas y la criminología mediática son más estrechas de lo que comúnmente se cree, el pánico generalizado causado por ella responde a intereses empresariales de igual manera. Analicemos lo siguiente: las corporaciones de vigilancia privada necesitan clientes, ese mercado está ocupado en gran manera por el público que ha sido foco de la criminología mediática. Por épocas se oye decir en las calles ¡la inseguridad está desbordada! ¡los asaltos se tomaron la ciudad, esto está preocupante!, vaya casualidad, palabras muy parecidas a la de los periódicos. Pero ¿realmente ese está frente a un factor de inseguridad alarmante? Recuerden lo que les dije hace un momento de la necesidad de una base de datos sólidas que regulen el tema.



El factor investigativo


Uno de los debates más persistentes en los círculos académicos y laicos sobre los medios de comunicación masiva es hasta qué punto se puede decir que los medios causan conductas antisociales, desviadas o criminales: en otras palabras, ¿hasta qué punto los medios “nos obligan a hacer ¿cosas?” El estudio académico de este fenómeno —investigación de efectos, como se le conoce— se desarrolló a partir de dos fuentes principales: la teoría de la sociedad de masas y el conductismo. Aunque derivan de diferentes disciplinas —sociología y psicología, respectivamente— estos dos enfoques encuentran compatibilidad en su visión esencialmente pesimista de la sociedad y su creencia de que la naturaleza humana es inestable y susceptible a influencias externas. Esta sección explora cómo la teoría de la sociedad de masas y el conductismo psicológico dieron lugar a la noción de que las imágenes de los medios son responsables de erosionar los estándares morales, subvertir los códigos consensuales de comportamiento y corromper las mentes jóvenes.


Desde el advenimiento de la industria de los medios modernos, a menudo se considera un hecho irrefutable que la sociedad se ha vuelto más violenta. La llegada y el crecimiento del cine, la televisión, las tecnologías informáticas y las redes sociales han servido para intensificar la ansiedad del público, pero hay pocas oleadas de delitos que sean fenómenos genuinamente nuevos a pesar de los esfuerzos de los medios.

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