Columna 7
ANALISIS DE CINE: “LA MUERTE DEL SR. LAZARESCU”, LA COMPLEJIDAD DE LO SIMPLE
Por: Hugo Benavides.
Cuando un colombiano ve esta película, seguramente se siente identificado con la historia puesto que lo que se cuenta en la pantalla, hace parte de su diario vivir y termina siendo una reiteración de los problemas sociales sufridos durante muchos años.
Esta interesante película rumana, nos permite reflexionar acerca de las circunstancias que rodean la dura existencia de su protagonista que, en muchos aspectos, es similar a lo que viven muchísimas personas en el mundo.
El Sr.Lazarescu se siente enfermo, logra que una ambulancia lo recoja para llevarlo a un hospital, sin embargo en ninguno lo pueden atender porque en Bucarest o cerca de ella, ha sucedido un grave accidente, hay muchos heridos y al mismo tiempo que el Sr. Lazarescu, llegan también en ambulancias para ser atendidos de urgencia. Con el paso del tiempo, la situación del personake, se va volviendo más crítica.
A continuación, haré un breve recuento de las paradas que hace la ambulancia, e los
diferentes hsopitales, buscando que el Sr. Lazarescu reciba la atención que necesita, antes de que sea demasiado tarde.
La primera parada se produce en el Hospital San Spiridon, lo atiende el doctor Ardelean, el aliento del paciente indica que ha bebido alcohol, el médico le reprocha que haya bebido, porque él cree que se esfuerza por ayudar a los enfermos, pero estos, simplemente beben y no obedecen las órdenes. Según el doctor Ardelean, él es la parte buena de la ecuación, el Sr. Lazarescu es la parte mala. Según el juicio del médico, el alcoholismo del paciente es un vicio, es un acto de irresponsabilidad, no se trata de una enfermedad y no se molesta en indagar las causas de esa conducta. El doctor remite al paciente a otro hospital.
La segunda parada ocurre en el Hospital Universitario, donde el Sr. Lazarescu es atendido por una médica joven quien se conmueve con su estado de salud, piensa que tiene también un problema neurológico y logra que un especialista, con quien al parecer tiene una relación amorosa, atienda al enfermo. El doctor considera que se debe hacer un TAC de cráneo y abdomen, pero cree que lo deben remitir a otro hospital. Gracias a los ruegos de su amiga, el doctor logra que el radiólogo le haga los exámenes, cuando le recuerda que alguna vez él también atendió a algunos familiares. El radiólogo hace el TAC y descubre que el paciente tiene un hematoma subdural con compresión intracraneal y neoplasma hepático. Se requiere que el Sr.Lazarescu sea operado de urgencia, pero teniendo en cuenta que el hospital se encuentra sobre saturado de enfermos, por el accidente que ha ocurrido, no es posible que la cirugía se realice ahí y nuevamente el paciente será trasladado al Hospital Filaret.
Otra vez la ambulancia recorre las calles de Bucarest mientras el estado de salud del enfermo se va deteriorando más y más, hasta que llegan al Hospital Filaret. Mioara, la enfermera que acompaña al Sr. Lazarescu, quiere que lo atiendan lo más rápido posible, de acuerdo con los exámenes realizados previamente, ella cree que ya existe un diagnóstico preciso y así se lo comenta a la médica que atiende la urgencia sin embargo, esta profesional siente que la enfermera no puede decirle a ella de qué padece el paciente, porque eso solo lo pueden decir los médicos, con palabras duras la médica calla a la enfermera. Al momento llega el doctor Mirica, neurocirujano, a quien su colega le habla de la actitud poco respetuosa de Mioara. El médico especialista se solidariza con la doctora y asume una actitud hostil hacia la enfermera. El centro de atención gira en torno a la importancia de los médicos y el respeto que se debe tener con ellos porque son quienes tienen el conocimiento de las dolencias de los pacientes. La salud del señor Lazarescu sigue empeorando, pero en ese momento parece haber pasado a un segundo plano. Cuando, finalmente, el doctor Mirica decide que hay que operar al paciente, solicita que le pasen un formato para que el enfermo lo firme autorizando la cirugía, pero el Sr. Lazarescu no está en capacidad de suscribir el documento, por lo cual no operan y deben ir al Hospital Bagdasar
A esta hora, tres o cuatro de la madrugada, el agotamiento y el cansancio, de todos los personajes, enfermo, enfermeras, conductor y médicos se hace palpable y aún queda la esperanza de que alguien se haga cargo del Sr. Lazarescu, así sucede en el Hospital Bagdasar, donde a pesar de las circunstancias, empiezan a preparar al enfermo para la cirugía en el cerebro. Al final nos queda la imagen del Sr. Lazarescu, con la cabeza rapada, desnudo, cubierto con una sábana, casi inconsciente, acostado en una camilla.
El título de la película “La muerte del Sr. Lazarescu” nos plantea, de antemano, cuál es el centro del drama y estaremos pendientes de que la narración nos responda esa pregunta crucial, ¿el señor Lazarescu ha muerto?
Sin embargo, en mi opinión, la película no resuelve el interrogante y nos conduce a indagar otros aspectos para encontrar un sentido a las imágenes y a los diálogos que nos propone el director. Esta tarea no es fácil, si partimos del hecho de que esta historia es muy simple, muy conocida en Colombia, porque retrata la realidad de cada día y porque se difunde en todos los medios de comunicación, resulta muy complicado descubrir lo que hay debajo de esta primera capa.
El señor Lazarescu es un hombre de la tercera edad (63 años), pensionado, enfermo, chocho, que vive solo en un humilde y pequeño apartamento junto a sus tres gatos, además es alcohólico y, en general, ha descuidado su existencia, sobre todo desde que falleció su esposa.
Las relaciones humanas del Sr.Lazarescu son muy limitadas, su hija vive en Canadá y con su hermana existe gran tensión porque ella siempre le reprocha su adicción al alcohol.
La historia comienza con la llamada telefónica que hace el Sr. Lazarescu a los servicios de salud, donde informa que se siente mal, le duele la cabeza y el estómago, necesita que lo atiendan pronto, aunque cree que no se trata de algo grave. Su llamada no tiene efecto y debe insistir, pidiendo que le envíen una ambulancia, pero nada sucede y debe pedir ayuda a sus vecinos, con quienes mantiene una relación distante,sin embargo ellos lo acompañan, lo atienden y soportan su carácter fuerte, mientras llegan los empleados del servicio de salud.
Desde ese espacio pequeño y sombrío, donde vive el enfermo, arranca un viaje a través de la penumbra nocturna, en la búsqueda de calmar los dolores que poco a poco se van volviendo más intensos y van consumiendo la energía del paciente, quien pierde la fuerza física y la claridad mental, de una manera dramática.
La cámara en mano nos hace partícipes de la angustia del señor Lazarescu, de su inestabilidad física y emocional, tanto en el apartamento, como en la ambulancia y en los hospitales donde llega para ser atendido. Tal vez estos recursos cinematográficos, movimientos de cámara, espacios pequeños, oscuros y/o cerrados, diálogos y trámites inútiles, nos llenen de zozobra, tal como le sucede al personaje.
Como espectadores quisiéramos que el conflicto planteado, la muerte del Sr. Lazarescu, se resolviera de la mejor manera, pero sucede todo lo contrario y al ser testigos del desdén con que es tratado, nos sentimos contrariados, impotentes, agobiados.
Nos acercamos al señor Lazarescu a través de su estado físico, de su dolor en la cabeza y de su dolor en el estómago, que es lo que se intentará resolver en este drama, pero los indicios que nos brinda el guión nos hablan de una persona cuya alma está igual o más destrozada que su cuerpo y aunque existen muchas formas de saber lo que le sucede a este hombre, hay heridas y cicatrices que no se podrán ver jamás a través de las imágenes diagnósticas, no hay tac, ni radiografía que den cuenta del desamparo en el que se encuentra el mundo interior de este personaje.
Lo interesante de esta película, es que nos contrapone personas con grados de sensibilidad y humanidad distintos, de tal manera que su relación con el enfermo también es distinta, algunos personajes, en particular, los vecinos y la enfermera, se acercan más al ser humano sólo y frágil que está atravesando el ocaso de su vida. Sus palabras y actos van orientados a entender a la persona que hoy es producto de lo que le ha tocado soportar en sus años pasados, bien sea por una decisión personal o porque las circunstancias, familiares, sociales o políticas, lo han llevado allá.
De otra parte, muchos de los personajes, enfermeras y médicos, lo ven como un objeto material, una máquina que está fallando y que necesita repararse para que continúe respirando, poco importa de dónde viene, por qué se quedó sólo con tres gatos, por qué se volvió alcohólico, en fin, son muchas preguntas que nadie quiere hacerse, porque la respuesta no es simple, es muy compleja y nosotros mismos podemos resultar implicados.
Así como en una radiografía se pretende descubrir cuáles son las dolencias del Sr. Lazarescu, la película, a modo de imagen diagnóstica, nos permite mirar debajo de la piel para poder entender que aquella muerte, que se menciona en el título, ya estaba instalada en el corazón de este hombre, desde mucho tiempo atrás.
Que la muerte del Sr. Lazarescu sea un viaje a la oscuridad de la noche, es solamente una metáfora de la vida que les espera a las personas que por su edad van siendo relegadas, tanto de sus familias, como del ámbito social y en aquellos momentos, la única compañía posible es la soledad y el abandono, porque el Estado tampoco está preparado para asumir semejante carga.
Esta película, en apariencia superficial, esconde aspectos fundamentales de lo que significa vivir y morir con dignidad, porque al final todos estaremos desnudos, como llegamos al mundo, y solamente quedará de nosotros aquello que pudimos dejar en el alma y en la esencia de nuestros congéneres, para su beneficio o para su perjuicio.