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“A ORILLAS DE LOS RÍOS DE BABILONIA…” (PARTE III)

Actualizado: 17 jul 2021

Por: Marcos Rafael Rosado Garrido. MGST .



¡A los pies del Salvador! (1.887) de Vicente Cutanda y Toraya (1.850-1.925). Óleo sobre tela. Representa una persecución y matanza de judios en la Edad Media en Toledo .España. Museo Nacional de El Prado. Madrid.


Si participamos del concepto de varios pensadores e historiadores como Fernand Braudel (Las civilizaciones actuales. Tecnos s.a), Jacques Le Goff (La civilización del occidente medieval. Paidos) y Christofer Dawson (Historia de la cultura cristiana. F.C.E), para citar unos pocos, de que la religión y la espiritualidad que de ella se deriva, fundamentan las culturas o civilizaciones, es de concluir que el Cristianismo juega un papel formativo categórico en la Cultura occidental, luego es propia y adecuada la adjetivación de Cultura cristiano-occidental, pero siempre teniendo en cuenta las diferentes vertientes orientales, más la griega, y posteriormente la latina, que intervienen en la formación de la religión cuyo epítome es Cristo.


Siendo entonces la religión de Jesús un apéndice del judaismo, y éste empapado de cultura babilónica, acadia, asiria y sumeria, un producto en gran parte de esa zona del Oriente medio, nos preguntamos hasta dónde y qué tan profundo está la génesis de nuestra cultura en aquellas mesopotámicas, tanto o más que en la grecolatina incluso. El Salmo 137 nos indica cuan profundas son esas raíces y porqué. De ahí la importancia del salmo aparte de su místico contenido.


Cuando estudiamos el aporte sumerio a la ciencia, transmitido por griegos, babilonios, hebreos cautivos, etc, al resto de la humanidad – basta con señalar el invento de la escritura que nos permite concretar nuestra simbología mental – tenemos que aceptar que si bien Europa se abroga el haber con su cultura hecho al mundo, no menos cierto es que Mesopotamia a través del judaismo y posteriormente el cristianismo hicieron a Europa o, si se prefiere, a la cultura occidental. Todo lo anterior sería también aplicable al Islam y a su rica cultura tanto religiosa como científica y humanística.


No es discutir, por ejemplo, de si fue o no Grecia la Cuna de la cultura occidental como se la llama o, si fuere el Cristianismo, a pesar de éste haber aculturizado y arrasado lo que no aceptara sus preceptos, como ocurrió con la cultura clásica y la egipcia con los primeros cristianos. Se trata es de comprender que incluso esas culturas aun cuando fuera por ley transitiva se estructuraron con el aporte cultural mesopotámico. Incluso la misma Grecia, que por ser el griego la lengua de la comunicación internacional en el Cercano oriente, y el Helenismo la filosofía y la cultura que se imponian, bebió directamente de aquel saber de la tierra de los cuatro ríos y el Edén.


Samuel Noah Khramer no se equivoca al titular su famoso libro La historia comienza en Sumer, la razón es que de la civilización más antigua que se conoce, la de los sumerios en Mesopotamia, fueron herederos acadios, asirios, cananeos, griegos, los fenicios, los griegos, babilonios y los hebreos.


Los acadios, coevos con los sumerios, tomaron de éstos la escritura cuneiforme y la adaptaron a su idioma, con el cual incluso, se redactó posteriormente el babilónico código de Hammurabi.

Los asirios adoptarían la arquitectura sumeria para sus palacios reales, y para sus templos ceremoniales, imitando los famosos zigurats construídos con ladrillo de barro cocido reforzados por dentro con juncos para la flexibilidad del material. Cananeos y fenicios, tomaron a su vez, el arte sumerio del comercio a distancia, valiéndose de otro invento sumerio: la rueda.

Los griegos, recibieron el concepto del alfabeto a través de los fenicios que lo habían heredado de los cananeos y estos de los sumerios.


Los babilonios adoptaron el sistema de observación científico de los sumerios para conocer la naturaleza y el cielo. Así ampliaron el conocimiento del cosmos al conocer los comportamientos astrales, desarrollando la astronomía. Asimilaron conocimientos matemáticos sumerios, quienes no solamente desarrollaron las elementales cuatro operaciones matemáticas, sino también conceptos de raíces cuadradas y cúbicas, la geometría, y también principios algebraícos con ecuaciones de segundo grado con dos incógnitas.


El saber de los pueblos mesopotámicos llegó al hebreo durante su cautiverio en Babilonia y, transmitido en mayor o menor grado, por griegos y cristianos, al Imperio romano y por ende a Europa, sobre todo a la medieval, en la cual instalados los judíos a causa de la Diáspora, y a pesar de las pavorosas persecuciones por parte del cristianismo, supieron adaptarse a la vida de exclusión cruel y siempre inculpadora de cualquier mal social, por ejemplo, las pestes y desastres naturales. A partir del siglo VIII, los árabes también herederos de esos saberes, los ampliaron y llevaron a Europa.


Arriba. La Circe cristiana (1.897). Óleo en lienzo. Henryk Siemiradki (1.843-1.902). Nerón desciende a la arena a observar y cantar la muerte de Ligia, mártir cristiana atada al lomo de un toro, en una escena basada en la novela ¿Quo vadis?. Judíos y cristianos coinciden en las seculares y continuas persecuciones, proyectándose a los primeros hasta el siglo XX en la Alemania nazi. Museo nacional de Varsovia.


La cautividad de Babilonia, como hecho histórico y espejo donde mirarse, se proyecta en otros pueblos. En la Italia del XIX, encontramos la elación de libertad y lucha que desembocaría en El Risorgimento, con el cual los italianos se sacuden de la dominación austriaca comenzando a configurar la unificación de su patria.

Con Mazzini, Cavour y otros patriotas, aparece Giuseppe Verdi (1.813-1.901), quien con su ópera Nabucco influenciará y galvanizará el fervor independentista de sus compatriotas.


El nombre de la ópera se refiere a Nabucodonosor II (en babilonio Nabu-Kudurri-Ussur: “Nebo proteja a mi heredero”), y tematiza la toma de Jerusalén por los babilonios, el posterior exilio de los israelitas a tierras de Mesopotamia, y su deseo de volver libres a su patria.


Verdi establece la analogía entre el dominio austriaco sobre Italia, y la cautividad judía en Babilonia. La obra se torna un símbolo de la lucha por la independencia italiana.


Cuando suena en los teatros, sobre todo el famoso Coro de los esclavos con Và pensiero… y Oh mia patria sì bella e perduta, los italianos baten banderas italianas dirigiéndolas hacia los palcos en los cuales se encuentran oficiales del ejército y autoridades austriacos.


El mismo nombre de Verdi se utiliza para vitorear al rey Vittorio Emanuel símbolo de la independencia. En los muros y paredes de las ciudades se lee VIVA VERDI : V (Victor), E (Emmanuel), R (Re), D (de) I (Italia).


Arriba der. Retrato de Giuseppe Verdi por Giovanni Boldini (1.886). Galería Nacional de Arte Moderno de Roma.


El salmo en comento, tendrá su máxima aplicación y sentido del retorno a la libertad y a casa por un pueblo, por la misma nación que le diera vida. Despuésdel Holocausto durante la segunda guerra mundial, y haber dejado los despojos y cenizas de 6.000.000 de sus miembros en los campos de concentración de la Alemania hitleriana, el pueblo judío regresó a su “tierra prometida” con todos los sinsabores y dramas humanos y geopolíticos conocidos. Difícilmente volverá a darse otra cautividad y tampoco una nueva Diáspora que permita regresar a las nostalgias del salmo 137 y a las lágrimas en las orillas del Tigris y el Éufrates de los desterrados hijos de Yahvé.


Arriba. Mujeres soldados israelitas con sus fusiles M-16 y vistiendo uniforme leopardo, prestan su servicio militar obligatorio. Con uno de los ejercitos más eficientes y de desarrollo tecnológico del mundo, Israel se asienta definitivamente en esa convulsionada zona del mundo por encima de cualquier consideración o viento en contra.



Arriba. Una columna de tanques Merkava IV, de fabricación israelita- deseados por Colombia para su ejército- maniobra en algún lugar de Israel, banderas al viento con la estrella de David en el centro. Con una alta tecnología militar, y un supuesto arsenal de unas 200 bombas atómicas las posibilidades de una nueva Diáspora o expulsión de aquel territorio se hacen muy remotas sino imposibles.


El Salmo 137 concluye con una terrible invocación de venganza a Dios para que un enemigo destruya Babilonia, y estrelle a sus niños contra las rocas, y castigue a los habitantes de la ciudad de Edom, quienes se coaligaron con los babilonios para tomar Jerusalem, solicitando arrasarla “hasta sus cimientos”.

Es uno de los salmos quizás menos leído, hay otros de “eficacia mayor” para el lector u orante y, como expresamos en la primera entrega, los fieles no tienen porque ser expertos en ciencias bíblicas e historia. Pero algo es cierto, cuando leemos el salmo de los afligidos - es como un huevo Fabergé - estamos retrotrayéndonos a los porqués de nuestra cultura y civilización judeo-cristiana, cristiana-occidental o simplemente cultura occidental. Hay que volver los ojos hacia Mesopotamia… para entender muchas cosas.

FIN.



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